Opinión

Contra la nostalgia

Bordalás se ha ganado un aprobado y un año más. El problema está en si van a ser atendidas sus peticiones o la planificación de Meriton será esperar descartes de Mendes

Una imagen de Bordalás y Gayà

Una imagen de Bordalás y Gayà / JM López

El peor vicio del fútbol es la melancolía. Pues en eso está el valencianismo, recordando triunfos pasados mientras el balón rueda y la actualidad adquiere una tonalidad más negra que blanca. Los trofeos pretéritos son pura justicia poética, un género literario que siempre pervive a las novedades, pero con unas satisfacciones más singulares que colectivas. Agradezco las evocaciones, pero son igual que cuando llega un día donde tus cumpleaños empiezan a hacerte poca gracia. Echar siempre la vista atrás impide avanzar con criterio y te acerca al espíritu de los perdedores, donde algunos están a gusto, aunque nadie en su sano juicio sale a empatar.

No es ninguna casualidad que los equipos ingleses dominen Europa. Hace años que la Premier es la mejor liga del mundo porque está manos de auténticos profesionales, donde lo primero que importan son los espectadores y luego los futbolistas. ¿Alguien sabe cómo se llama el que manda en la Premier? Pues eso. Aquí entre Tebas y Rubiales estamos bien servidos en eso de poner en primer lugar a los aficionados. El Valencia sirve de vivo ejemplo.

Lim todavía no ha respirado tras otra temporada calamitosa. En vez de aclarar de una vez por todas qué quiere y para qué compró el Valencia, sus designados en Mestalla se dedican a la defensa táctica con tintes dramáticos, a responder vía vergonzantes comunicados oficiales a informaciones periodísticas, dejando clarísimo que su reino no es de este mundo. El valencianismo sabe que Carlos Soler y Guedes están en la rampa de salida, y veremos qué pasa con Gayà.

La primera piedra para construir un equipo más competitivo que el actual pasa por confirmar al entrenador. Bordalás se ha ganado un aprobado, y una temporada más, la que tiene firmada. El problema radica si van a ser atendidas sus peticiones, como la del centrocampista, o si la planificación deportiva de Meriton será de nuevo esperar los descartes de Mendes, o del nuevo amigo del representante luso.

El equipo siempre es lo fundamental de un club de fútbol, lo único que importa a sus seguidores. El estadio también, pero en València llevamos demasiado tiempo hablando más del continente que del contenido, y de momento hay uno en pleno rendimiento. La única nostalgia que tengo es la de buenos profesionales en el área deportiva, bien conectados con una política de cantera adecuada. Hay para elegir y si pasa otra temporada más sin organizar con criterio futbolístico las salidas y entradas, eso querrá decir que los actuales gestores solo vinieron a especular. Sospecho con quién y para qué.