Opinión

Lo que toca es fichar

Está bien que el Valencia pida respeto para Bordalás, pero está mejor que lo demuestre con Hugo Duro

Una imagen de archivo de Bordalás

Una imagen de archivo de Bordalás / JM Lopez

Está bien que el Valencia pida respeto para Bordalás, aunque está mejor que lo demuestre con hechos como el fichaje de Hugo Duro, del que por la mañana había dicho con la boca pequeña que no sabía nada. De lo que se trata por un lado es de dotar al técnico de los recursos y resortes para reclamar cómo y dónde toca, al estilo de ese clase de clubes que institucionalmente saben cómo y cuándo levantar la voz para que les escuchen.

Y por el otro, sin duda fundamental, de traerle jugadores que suban el nivel del once y de la plantilla. Refuerzos de verdad, como Hugo, en los que había que ponerse a trabajar «cuanto antes». Y es que no hay tiempo que perder, tal y como volvió a reclamar en sala de prensa, si el objetivo es que a la tercera temporada consecutiva sin Europa no le siga una cuarta. Sin que le hiciese falta nombrar a nadie, Bordalás dijo que no es tan exigente como lo «pintan» y por ahí precisamente es por donde han venido buena parte de las desavenencias que han abocado a esta situación en la que ni se va ni se queda pero en la que cada vez coge más fuerza lo segundo.

La misión de revalorizar a futbolistas con los que poner en marcha otra vez el círculo virtuoso de los traspasos y los recambios la ha cumplido de sobra y el ahijado por el que rompió una lanza el pasado verano es precisamente uno de los mejores ejemplos. Por eso su fichaje, a expensas de si al final se abona al contado, se puede interpretar como un hecho contante y sonante a favor de la continuidad de un técnico que cuenta con el respaldo mayoritario del vestuario. Tiene que quedarse pero habrá que verlo todo muy bien porque no podría haber una peor noticia que hacerlo con dudas. 

Teledeporte

Todo el apoyo desde aquí para el Valencia Basket en su convencimiento de que el ninguneo de Teledeporte, más allá del comunicado de hace unos días, no caiga en saco roto. Más allá de ejercer el derecho a la pataleta hay que hacerse de respetar y poner también el dedo en la llaga, moleste a quien moleste, con tal de exigir como mínimo algún tipo de compensación tras lo ocurrido, sea económica o en especie.