Opinión

Blanquear se va acabar

Todo tiene un límite y hasta el propio Lim sabe que la solución ahora no puede ser una huida hacia adelante

Una imagen de la última manifestación contra Meriton

Una imagen de la última manifestación contra Meriton / EDUARDO RIPOLL

Sin marcha atrás. En el mejor de los casos, no la hay en el proceso para desalojar a Lim del Valencia CF. Y en el peor, tampoco para forzar un cambio radical. La cancelación de la ‘Nit de València’, el último intento de blanqueo a través del tejido empresarial, es una consecuencia más del punto de inflexión alcanzado tras la serie ‘Meriton Confidencial’ y la protesta fuera de Mestalla.

La sociedad valenciana le ha dado la espalda al máximo accionista y a sus embajadores en la ciudad definitivamente. Y las instituciones, incluida LaLiga, están obligadas a actuar. Es, sin duda, un proceso imparable que tiene que precipitar un vuelco tan histórico como necesario. Y es que, aunque Lim marque sus tiempos, hoy por hoy es imposible que los acontecimientos no lo atropellen.

Otra cosa, eso sí, serán las consecuencias a plazo corto, empezando por el viaje de Murthy a Singapur apenas unos días después del último y gran escándalo. Los caminos del máximo accionista son inescrutables, eso se sabe. Pero todo tiene un límite y hasta él es consciente, que para eso tiene quien trata de asesorarle mejor de lo que lo hace el presidente, de no poder huir hacia adelante.

Dudas

La esperada comparecencia de Miñambres sirvió de carpetazo al descenso pero no de pistoletazo a la temporada del regreso a Primera. Se agradece y mucho que diera la cara pero fue insuficiente. Una oportunidad perdida para haber mandado un mensaje contundente, que es justo lo que hace falta en un momento como este.

Más allá de Morales o Pepelu, el proyecto debe pasar por la regeneración y la savia nueva. El mensaje sobre el esforzado Alessio, sobre todo por haberlo quemado a lo bonzo, suena responsable pero es tan político que desde luego no cuela, todavía menos a sabiendas de los contactos con entrenadores en las últimas semanas.

Y dibujar la plantilla con brocha gorda tampoco es el mensaje, por mucho que ahora no se pueda hablar tanto de nombres como de ideas. Hay tiempo, aun así, para que los hechos sean mejores que las palabras. Y lo hay también para que el voto de confianza o censura sobre Quico resulte un ejercicio creíble y no de paripé.

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