Plato fuerte en Singapur

Cambiar del todo la gestión o vender el club debería ser el primer tema en la mesa en la cita de Singapur

Anil Murthy, en el palco de Mestalla

Anil Murthy, en el palco de Mestalla / JM López

Rafa Marín

Rafa Marín

No es noticia que Lim sea capaz de todo, así que de la última y esperada llamada a filas puede esperarse cualquier cosa, incluso que Anil vuelva de Singapur sentenciado o con una fecha de caducidad inminente. Tal y como están las cosas, sobre todo después de los audios de SUPER y las consecuencias en cascada que estos han precipitado, un giro radical en la gestión del club sería un premio tan de consolación como necesario. A riesgo de ir todavía a peor, por eso de que el máximo accionista sea capaz de todo, el presidente debería estar amortizado hace ya tiempo. Es lo que dice Sagreras, recién reelegido en l’Agrupació y uno de los azotes de Meriton desde aquel indigno desalojo. Si Anil mantiene su cargo es cierto que ni hay futuro ni el mensaje puede ser más desalentador. Sin embargo, tampoco hay nada que hacer mientras que el máximo accionista mantenga su posición de enroque sin vender ni invertir. Son muchos los temas que hace falta tratar. Y, a pesar de las sugerencias de sus interlocutores más próximos, nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los que van a abordarse en una reunión en la que con independencia del orden del día se llega en desventaja. Se ha hecho tarde para la planificación deportiva, para un proyecto de estadio menos creíble que nunca y cada vez es más fuerte la convicción de que resulta imposible una vuelta atrás en la profunda desafección que siente la sociedad hacia todo lo que tenga que ver con Meriton. Aunque no le importe la certeza de que nunca recuperará el crédito que un día tuvo, o Lim se saca como hizo vía Tebas a otro Mateu de la manga o solo le queda hacerse a un lado. Ese plato debe ser el primero en la mesa.

Involución

El juego del pañuelo con Bordalás también echa y mucho para atrás. Por si no fuese suficiente con ningunear una vez más al míster, no haberle consultado siquiera antes de la reunión empeora ese sinsentido. Nada de lo que ocurre presagia cosas buenas, en especial porque no hay límite a la hora de devaluar una plantilla condenada a malvivir en Primera con independencia de quién se ocupe del banquillo.

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