Una relación no correspondida

Peñarroya tenía decidido desde el pasado mes de febrero que no iba a seguir en La Fonteta la próxima temporada

Joan Peñarroya

Joan Peñarroya / Francisco Calabuig

Juanma Romero

Juanma Romero

El abrupto final de temporada del Valencia Basket ha conllevado una riada de acontecimientos a los que en La Fonteta no se está acostumbrado. La reflexión y en análisis con calma después de cada curso baloncestístico ha sido la consigna de siempre aunque en un año tan raro, nada ha sido como antes. 

La evidencia ha sido clara. Peñarroya tenía decidido desde el pasado mes de febrero que no iba a seguir en La Fonteta. Con una oferta más o menos atractiva en lo económico el técnico dio calabazas a la propuesta y aunque el mensaje era el de sentarse al final del año, su postura era firme, no iba a haber vuelta atrás. Quizás aquí el Valencia Basket pecó de ser bueno. Con cierta resignación asumió la negativa de Peñarroya entendiendo que podía ser temporal, y en un acto de buena fe, marcó en la agenda el epílogo a la campaña para retomar el tema. Este exceso de pleitesía, conllevó perder un tiempo de oro de cara a buscar alternativas. El rango de caballerosidad no fue correspondido por las otra partes. Puede ser una lección de cara al futuro.

A nivel resultadista la temporada ha sido mala. Fiasco copero llegando tras ser cabeza de serie, bloqueo directo a la Euroliga después de la derrota contra la Virtus, y vacaciones en mayo con el varapalo ante el Baskonia pese a tener en factor cancha. No haber culminado con un aprobado la temporada, no exime que el trabajo de Peñarroya ha sido excesivamente complejo. Contar con más de un centenar de bajas durante todo el año, ha hecho que la gestión haya sido muy difícil. La no llegada de refuerzos cuando realmente eran necesarios, Hanlan aterrizó muy tarde, propició un desgaste entre club y entrenador que al final rompió los lazos. Queda la duda de saber si Peñarroya conocía cuando fichó el modelo real de este Valencia Basket. A nivel social la explicación cristalina de Enric Carbonell valió y mucho para entender esa idea. A título personal cada uno considerara si es o no de su agrado, si vale o no para competir al máximo nivel. Un debate lógico.

Dirigirse hacia un camino de la sostenibilidad y con una apuesta cada vez más creciente hacia l´Alqueria choca frontalmente con la idea de los famosos temporeros o jugadores mercenarios que buscan pescar contratos sin querer aferrarse a nada, salvo a su bolsillo. Desconozco si con la llegada de algún refuerzo extra el equipo habría logrado algún objetivo, lo que sí queda claro es que esa postura marcó un antes y un después, un desencuentro irreconducible.

Otra situación que no hay que pasar por alto han sido los tiempos. La filtración desde Vitoria con Peñarroya como protagonista no fue elegante y se hizo con un fin claramente desestabilizador. Todos somos humanos, y aunque la coraza ha tapado a cuerpo técnico y jugadores, es inevitable que estas cosas pasan factura. Cuando lo realmente importante era lo que tenía que pasar en la pista, los titulares disparaban hacia otro lado, el futuro de un entrenador vinculado al rival. Nada es casual.

Con todo patas arriba, en una situación normalizada Peñarroya hubiera seguido. Se va de La Fonteta un buen entrenador y con calado pero los momentos y los tiempos no le han ayudado. Su personalidad le he conducido a cambiar de aires antes de lo que pensaba, porque en su fuero interno se va herido de no haber triunfado en La Fonteta.

La apuesta por Pedro Martínez es la más valorado por la afición taronja. Cinco años han sido suficientes para pulir las desavenencias que surgieron entre técnico y club. Con carácter y personalidad, el inductor del único título liguero del Valencia Basket, dio un paso a la inversa de Peñarroya en su momento, pero llegó tarde, y se vio fuera en el gran momento histórico del club. Ahora volverá para redimirse y sobre todo ser protagonista del asentamiento continental del Valencia Basket en la Euroliga, con una invitación a la que hay que sacar el máximo jugo.

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