Opinión

Leonardo, salvado por la mitomanía

El principal candidato a la dirección deportiva del Valencia dejará París con mucha más pena que gloria

Leonardo

Leonardo

A veces me enorgullezco de datos raros que encuentro por ahí. Como por ejemplo, que el delantero que más veces ha utilizado nunca Gattuso es Patrick Cutrone. Ese dato irrelevante, encontrado como quien lee por leer en la Wikipedia, acaricia mi TOC hasta hacerle cosquillas. Me hace soñar por un momento efímero con la vuelta del hijo pródigo, aquel que lo mejor que hizo por Valencia fue marcar tres goles con la sub-21 en un parón de selecciones e incendiar las tertulias pidiendo su titularidad por delante de Manu Vallejo o Maxi Gómez. Ese instante de felicidad por el hallazgo dura lo que tardo en darme cuenta que estoy buscando este tipo de datos por la dificultad para hablar de fútbol, de proyecto, de fichajes y en definitiva de futuro con el acutal panorama que deja Meriton. 

Del Valencia de la próxima temporada me ilusiona la mitomanía de los que -parece- van a dirigirlo y me desespera todo lo demás. Recuperar a Mendes, traer a Gattuso y pretender a Leonardo le vuelve a dar al Valencia cierto aura señorial. El Valencia vuelve a ser mediático, aunque por las razones equivocadas. Como cuando para hablar de la previa de un Perú-Australia por un hueco en el Mundial se sacan imágenes de los chamanes incas maldiciendo a los aussies en vez de hablar del partido. Puestos a que en Valencia se hable poco de fútbol, al menos tenemos la mitomanía presente. Cuando el Milan dijo adiós a Carlo Ancelotti en 2009, Massimo Ambrosini definió a la perfección la incredulidad de todo el equipo: “En la última jornada de la 08/09, Galliani bajó a anunciarnos que Ancelotti no sería el técnico la próxima temporada, que sería Leonardo. Había una gran tristeza, teníamos la sensación de que algo se había roto”, dijo el capitán rossonero tal y como recoge Irati Prat en ‘El Milan de Berlusconi’. Por aquel entonces, Leonardo llevaba poco más de un lustro retirado y ejercía de scout del Milan. Allí, había llevado un sinfín de jugadores brasileños, con mención especial para Thiago Silva, Alexandre Pato y su primer descubrimiento: Kaká, al que el propio Leonardo convenció para marcharse a Milán. Ni siquiera eso le valió para ganarse la confianza de los jugadores.

El bagaje de Leonardo en los despachos, como el de Gattuso en los banquillos, dista del legado que dejó en el terreno de juego. Tras sus fracasos como entrenador tanto en Milan como en Inter, los azares del mundo del fútbol le llevaron a manejar el primer mercado de fichajes del PSG de los petrodólares cataríes, con Pastore, Thiago Motta o Gameiro como llegadas ilustres al club. En París tuvo dos etapas: una con poder de decisión e infinidad de fichajes ‘made in Italy’ (Cavani, Verratti, Ibrahimovic, Thiago Silva, Marquinhos, Lavezzi…) y otra donde se ha limitado a poner la cara y a ser objeto de críticas por parte de propios y extraños. Leonardo pondrá punto y final a su carrera en Francia siendo el Corona de un club con muchas más ganas de invertir que el Valencia de Lim. La duda está en saber si el mismo rol en un entorno varias veces más glamuroso puede seducir a un hombre acostumbrado a estar en el segundo plano.

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