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Opinión Rafa

Plan que no es plan

El ADN no es innegociable, pero el peligro de cambiarlo sin un plan es que termine siendo una ocurrencia

Diakhaby, protestando una jugada frente al Stuttgart Francisco Calabuig

A Gattuso no le se puede negar su llegada al vestuario ni que es alguien que de puertas para adentro transmite y mucho, tal y como como asegura Paulista en una entrevista en la que recuerda que el equipo está «en construcción». Sin embargo, igual que hay que admitir lo bueno, tampoco hay porqué disimular lo malo. Primero la osadía de darle un giro de 180 grados al estilo, no porque el ADN sea innegociable sino por la ocurrencia de hacerlo sin un plan. Y después el punto suicida de confiar en que Lim obrará diferente por eso de que al ser una decisión suya no le hará el lío que a sus antecesores. A base de claros y oscuros, el entrenador está siendo la atracción de la pretemporada. También la ficha a la que se ha apostado todo en una carrera en la que son más las ganas de cambiar que los cambios en sí. Y es que, aunque se haya asimilado que ni con Planes ni con Leonardo, la ausencia de una dirección deportiva y un organigrama con poderes lleva a situaciones de tanto riesgo como la actual. Un regreso al pasado que puede salir bien pero que lo normal y por experiencia es que acabe mal. Así que mejor, desde luego, que el tortazo del Stuttgart haya llegado ahora que cuando el globo estuviese más inflado y fuese demasiado tarde para traer a un central y a un ‘6’. Es como si los cinco goles hubiesen sido a propósito para decantar la balanza en el dilema sobre cómo de urgente es reforzarse atrás. Se llame Alderete, Mumin o como sea.

En el aire

Gattuso no ha tenido otra que tirar de chavales y ese es uno de los principales motivos, a falta de más y mejores mimbres con los que trabajar, por los que se ha vuelto de la concentración en Suiza con un once definido. Un equipo titular sin más cera que la que arde y sobre todo con la pega de que el futuro de la mitad de los jugadores que lo componen, empezando por los mejores, está muy en el aire. A tres semanas escasas de LaLiga en Mestalla contra el Girona, no hay nada mejor a lo que agarrarse que al buen rollo y el sabor de boca de los primeros partidos después del chafón del último. Un jarro de agua fría que ojalá sirviese para espabilar. 

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