El Valencia, por obligación, no ha tenido más remedio que transitar por estas aguas de las cesiones. No es el primer verano, tampoco, puesto que el sistema de jugadores a préstamo ha sido una seña de identidad de Meriton en los últimos cursos. En este mercado de oportunidades hay que tirar de paciencia y también de imaginación. Sin embargo el riesgo deportivo es alto, no tanto el económico. Las cesiones pueden ser un arma de doble filo. El club se lo juega todo a que sin coste de traspaso, los refuerzos sean suficientes para equilibrar la plantilla, subir el nivel y meterse en Europa. Ahí es nada. Si no se logra ese objetivo, el verano 2023 será el de la marmota. Otra vez a empezar. Dicho lo cual, Lino, Samu y Nico son un buen síntoma. Fichajes interesantes y con cosas que aportar. Ese es el camino, pero con varias piezas más. El Valencia vuelve a enfrentarse a esa delgada línea entre acertar o volver a fallar. La presión es máxima y el margen es mínimo. La duda es: ¿Cuántos y quiénes llegarán?