Inversiones... ¿O no?

La compra de clubes de fútbol se ha convertido en un coto de caza de antiguos jugadores

Thierry Henry se ha convertido en accionista del Como

Thierry Henry se ha convertido en accionista del Como / Como 1907

Juan de Dios Crespo

Juan de Dios Crespo

Otro más… es lo que pensé cuando leí que Thierry Henry, el famoso futbolista francés y actual número dos de la selección nacional de Bélgica, a la sombra de Roberto Martínez, había comprado unas participaciones sociales del equipo italiano de la Serie B, Como 1907.

Y es que la compra, parcial o total, de clubes de fútbol se ha convertido en un coto de caza de antiguos jugadores, jubilados algunos y otros aún en activo (como el compañero de Henry en el Como 1907, Cesc Fábregas), y que ven en ello una inversión, por supuesto y, quizá un trabajo y una jubilación.

Cuando se acababa, antes y todavía ahora, la carrera del futbolista, éste se hacía entrenador o agente, algunos montaban negocios o compraban bienes inmuebles y, en los últimos años, se incorporaban a los medios de comunicación, ayudando a los periodistas a comentar los partidos o las historias que acompañan al fútbol.

Pero, después de haber visto a Gerard Piqué comprar el Andorra, a Ronaldo Nazario hacer lo mismo con el Valladolid o a David Beckham con el Inter de Miami (por nombrar los más famosos inversores), y este Como 1907 y sus dos accionistas, me parece que las antiguas reconversiones se van a quedar para unos muy pocos y, al igual que estadounidenses, qataríes, rusos o emiratíes se han lanzado a la compra de clubes, puede que el exjugador sea la perla que todas entidades desean.

Parece claro, o al menos eso dicen los entendidos, que invertir en un equipo de fútbol no es rentable, pero, a pesar de todo el folletín que acompaña a esa leyenda, no se paran de adquirir clubes, en todos los países del mundo. ¿Es cierta, pues, esa leyenda, o se trata de evitar que inversores se asusten y renieguen de esa posibilidad?

No lo sé, pero la invasión, pacífica, eso sí, de los futbolistas para comprar entidades no puede ser, ni lo parece, una moda pasajera. Da la impresión que los asesores financieros de aquéllos han visto un filón o, quizá, el jugador quiera mantenerse dentro del mundo del fútbol, sin la presión de ser entrenador o agente, o no tiene la capacidad de estar en un medio.

Sea por un motivo o por otro, lo cierto es que estas inversiones son cada más más frecuentes y, me adentro en una utopía, que es que los propios futbolistas de un equipo se coticen todos para adquirir el club en el que están prestando todos sus servicios.

Esto no es más que una idea futurista, pero uno no puede dejar de pensar en estructuras extrañas. ¿No sería estupendo que todos los futbolistas tengan acciones y sean, al menos, mayoritarios, para tomar las decisiones que afectan al club, desde la construcción de un estadio pasando por firmar a un entrenador y, ¡ay! despedir a un compañero…

Esto último se antoja difícil, pero existe, en la empresa privada, accionistas que son despedidos de su puesto de trabajo, si lo tienen en esa entidad, por su consejo de administración. Sé que es algo difícil de entender, pero como ya hemos visto (casi) de todo en este mundo del fútbol, que algo así no debería ser increíble…

En fin, ya con el otoño asomando sus suaves garras, y con los incendios apagados o controlados, recomiendo la novela del cubano Leonardo Padura, ‘Personas decentes’, en las que, en esa Cuba desabrida que nos cuenta desde hace años, sigue el ahora expolicía Mario Conde con otro lío. Disfrútenla.

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