Opinión

La exigencia asumida de Nafti

El Levante debe ganarse el respeto de rivales y árbitros

Nafti, en el Carlos Tartiere

Nafti, en el Carlos Tartiere

La comparecencia de Quico Catalán esta semana en la triple presentación de Rober Ibañez, Musonda y Bouldini fue jugosa. Y lo fue porque sin tapujos destapó el objetivo del Levante para esta temporada y que no es otro que el ascenso a la Primera división. No es algo que supiéramos pero es loable que sea el máximo dirigente granota el que lo reconozca públicamente porque ese mensaje queda ya grabado a fuego para todos, principalmente en el cuerpo técnico y jugadores.

El club ha asumido cierto riesgo a la hora de no malvender a activos importantes como Campaña o Jorge de Frutos, pese a ser ventas necesarias por el margen financiero. Lo deportivo ha ganado, al menos de momento, la batalla a lo económico. Estar en la máxima categoría seguirá dando estabilidad, pese a que esa necesidad de venta continuará existiendo, pero el escenario mostrará una fotografía mucho más coloreada que la actual. No subirse a ese tren a Primera comportará un plan de ajuste extremo, y la relativa estabilidad que ahora mismo reside en Orriols podría verse comprometida. Desde aquí aplaudo la valentía aunque tenga cierto punto de irresponsabilidad. El fútbol siempre he dicho que es de pasión y de ver ganar a tu equipo, y ese es el camino que ha tomado el Levante. El empuje de la masa social va a ser clave para conseguirlo. Es evidente que el camino no va ser sencillo, por lo que la unión va a ser capital.

Cuatro jornadas son todavía muy pocas para emitir un juicio supremo, sería una temeridad, aunque sí es tiempo suficiente para obtener las primeras sensaciones de lo que hasta ahora hemos visto. Con los números en mano es irrefutable que este Levante solo ha ganado un partido de los cuatro disputados y que no ha perdido. Otro dato es que con tres goles anotados, presenta el peor promedio de los once primeros, solo por delante del Burgos y empatado con el Oviedo. Siendo objetivos, también hay que reseñar la solidez en defensa con solo un tanto encajado, uno de los debes y lastres que han acompañado al equipo en la Primera División.

Con todo esto, es honesto pedir más al equipo y al entrenador. Nafti sabe que cuenta con un plantel envidiable, que tiene que estar sí o sí en la pomada de los favoritos para conseguir el ascenso y que eso conlleva asumir una enorme presión. Cuando fichó ya sabía lo que se iba a encontrar. Gestionar esto no es fácil y ahora le toca demostrar que sabe sobrellevarlo. Su obra deberá ratificarse con juego y resultados. En cuanto a lo primero se sigue viendo a un Levante pastoso, inconsistente, irregular y con poco brillo. A este bloque se le presupone más colmillo, más mordiente en la parcela ofensiva, y no tanta especulación o juego vacío. Son demasiados minutos en estas cuatro jornadas en las que no pasa nada en el partido, y eso merece una reflexión. 

Nafti ha participado activamente en la confección de la plantilla y ha formado parte del proyecto desde el inicio. No hay excusas. De momento el seguidor granota sigue mostrando su perfil más amable pero hay que dar un giro de tuerca y convencer. El Levante debe ganarse el respeto de rivales y árbitros. Todo eso se consigue en el césped.

No quiero acabar sin destacar el fichaje de Jared Harper por el Valencia Basket. Los descreídos continuarán en su línea de hastío permanente, pero este movimiento, es otra muestra de cambio en el club. Plantilla con quince jugadores, tres extracomunitarios o una apuesta larga por el técnico son argumentos que ratifican una línea que gustará o no, pero que no aboga por el inmovilismo o la falta de ambición como critican algunos. Ahora buscarán otra fuga para abrir la veda. Allá con ellos.

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