Opinión

El Mundial no tiene que suponer un problema del Valencia

No me da la gana que se use al conjunto de Mestalla como arma electoral. Y lo mismo con el futuro estadio

El Nou Mestalla, en obras

El Nou Mestalla, en obras / German Caballero

Al Valencia no le debe importar lo más mínimo el Mundial de 2030, si finalmente se lo acaban dando a España. Me encantaría que así fuera, que mi ciudad fuera sede y que la selección jugara aquí. Pero todo eso seguiría sin ser un problema del Valencia. En absoluto. Y menos aún del Nuevo Mestalla, que tiene que ser nuestra casa para muchos años, muchos. Ojalá tantos como el actual, que en mayo, si Dios quiere, cumplirá nada menos que 100. A pesar de los pesares. ¿Saben ustedes cuántos partidos de un Mundial se han disputado en nuestro santuario en ese siglo? Los tres que jugó España cosechando el peor resultado de un país organizador en décadas. Y aquello, entre otras cosas, hizo que el club acabara en la ruina. Porque la reforma del campo, la cual iba a pagar el estado, terminó siendo cosa nuestra. Nos ahogó. En 1983 nos salvamos de milagro del descenso, y en el 86, se consumó. No, no podemos tolerar que nadie nos imponga un campo que no necesitamos, que sólo es necesario para organizar una Copa del Mundo pero que nada tiene que ver con nosotros. Y si al final se hace así, al menos que se haga de una forma medio sensata. Si España y Portugal organizan el Mundial, Valencia, por pura lógica, jamás sería sede de una semifinal. Con lo que este argumento, manoseado hasta tal punto que ya da cierta aversión, no tiene sentido alguno. Y no me da la gana tener que tragar con cosas que no tienen sentido. Ni que se use al Valencia como arma electoral. Y lo mismo con el futuro estadio. Y no, Meriton no ha hecho nada en ocho años por acabarlo, al igual que los que mandaron desde 2008 hasta 2014, tiempo en el que el campo también estuvo parado. Y desde 2015 hasta hace bien poco, igual. En esa fecha empezaron a mandar en las instituciones valencianas los que están ahora. Se puede tener memoria para todo, que no le quepa duda a nadie. Por eso tengo una cabeza de proporciones poco frecuentes. 

Y ahora vamos con lo de la experiencia, el nuevo drama diario que toca vivir por estos lares. Me gustaría un equipo con más tablas, con gente más hecha, con tipos más bragados, con hombres que ya hubieran aprendido de los errores de sus carreras y que supieran manejarse en todo tipo de situaciones. Y… ¿a quién no? Pero me hago preguntas. ¿El Valencia no gana al Espanyol sólo por falta de experiencia? ¿Estamos seguros de eso? ¿O igual podemos decir, y no es decir cualquier cosa, que con un poco más de acierto en la primera parte dejamos el partido visto para sentencia? «Puede que tengamos poca experiencia pero nos sobra corazón». Como mi cabeza maneja tanta información gracias a su volumen, el pasado lunes me acordaba de esta frase. ¿Saben ustedes quién la dijo? Marcelino García Toral, en la previa de la final de la Copa del Rey de Sevilla, esa que le ganamos al Barcelona. No comparo contexto, o igual sí un poco; aunque no hago así con las situaciones, que claramente no son las mismas. Me puede gustar más o menos el modelo elegido por el Valencia, que ese es otro tema, pero lo respeto. Y, de alguna forma, me gusta lo que veo. Y sí, entiendo que los frutos no serán a corto plazo y que meternos en Europa este año será muy complicado. ¿Que lo haríamos firmando gente con más años en el mercado de invierno? Pues la respuesta sincera es que no lo sé. Y como entiendo que nadie puede saberlo a ciencia cierta, lo único que pido es que si esta es la forma elegida, se vaya con ella hasta el final. Y ahora dos postdatas. Intuyo que no me he ganado muchos amigos hoy tampoco, pero eso es lo que tiene la libertad de poder decir lo que se piensa. La segunda va para Guillamón. Querer es poder, y cuando alguien decide dónde está su casa, no hay fuerza humana que lo saque de ahí. Gracias, Hugo.

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