Batallón valenciano

Más que un equipo, España es un ejército. Y tanto Ferran como Soler son de los soldados más aventajados

Soler celebra su gol contra Costa Rica

Soler celebra su gol contra Costa Rica / José Méndez

Rafa Marín

Rafa Marín

La primera jornada de la fase de grupos ha confirmado la candidatura de España. Adiós dudas, hola euforia. A diferencia de los petardazos de otras favoritas, la Roja se comportó como una selección brillante y con colmillo. Una máquina bien engrasada en la que dos valencianos se apuntaron casi la mitad de los siete goles a Costa Rica. A falta de Gayà, quien no podía haber tenido más mala suerte, tanto Ferran como Soler son parte de la mejor munición de Luis Enrique. Y eso que ninguno llegaba en plenitud tras sendos arranques peliagudos en el Barça y el PSG. Más que un equipo, el seleccionador ha formado un ejército en el que sus soldados le deben fidelidad. Y Ferran y Soler son tanto de los aventajados como de los acérrimos. El equipo ha cerrado filas alrededor de su líder. Ha sido así como se ha quitado de encima cientos de objeciones. De Lucho ha sido hasta la decisión de que todo el uniforme sea del mismo color. Como para negársela si ha tenido la visión de repetir la gesta de Sudáfrica. La inyección de moral ha sido incontestable. Y sabiendo cómo se las gasta el míster, es de esperar que nadie vaya a relajarse el próximo domingo contra Alemania. Habrá rotaciones y ni el más mínimo margen para no ir con el cuchillo entre los dientes. Lo mismo que no lo hubo cuando con 7-0 siguió la presión. Ahora del streaming se habla un poco menos.

Sorpresas

Igual que ha encumbrado con honores a España, la primera jornada ha noqueado a Argentina y Alemania. Dos mastodontes a los que el Mundial se les ha hecho bola de primeras. Sus petardazos hacen bueno eso de que en el fútbol profesional no hay rival pequeño. Y de paso ponen todavía más en valor lo conseguido por la Roja. Y es que, aunque Costa Rica fue una auténtica comparsa, se juega contra quien toca y marcar siete goles en una fase final no está al alcance de cualquiera. Pese al set de Inglaterra, en Catar no se ha visto nada parecido al fútbol de la Roja. La ilusión se ha disparado. Y un estado de ánimo como ese hay que aprovecharlo.  

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