Decepción absoluta

España volvió a caer en el vicio de manosear el balón y se va de Catar con solo un triunfo y por la puerta trasera

Mundial de Fútbol 2022: Marruecos - España

Mundial de Fútbol 2022: Marruecos - España / JUANJO MARTIN

Rafa Marín

Rafa Marín

España empezó como nunca y terminó como siempre en los tres últimos Mundiales. Volvió a caer en el vicio de manosear el balón para de nuevo despedirse en los penaltis, igual que en Rusia y la Eurocopa. Un decepcionante adiós en octavos a Catar. Y hay que ver si también al ciclo de Luis Enrique.

Inoperante a más no poder, contra Marruecos no marcó ni de penalti. Así que a la postre la vuelta a casa ha sido con la única victoria del espejismo ante Costa Rica. Final tan patético que no se llegó ni al cuarto lanzamiento. Y es que pese a los supuestos mil ensayos, fallaron todos ante un Bono soberbio. No hubo consuelo posible para el fracaso.

Ni siquiera el remate al poste derecho en el último suspiro de la prórroga de Sarabia, que estampó su tiro desde los once metros en el izquierdo tras haber debutado en el 118’ con la única misión de meterlo. Soler, otro especialista, estuvo lejos de mejorarlo. Y Busquets se despidió de la selección fallando el tercero. La cara de póquer del seleccionador cuando le preguntaron por su futuro fue el mejor resumen del fiasco. Nadie sabe ahora qué va a pasar con el que ha sido el protagonista absoluto, así en el banquillo como en el sillón de ‘streamer’.

La Roja pasó de favorita a decepción tras una caída libre que arrancó en la segunda mitad con Alemania. Se cayó el colectivo y ante la ausencia de figuras nadie escapó de la mediocridad. Un fiasco en toda regla. Sin excusas, por mucho que sea para alegría del lobby madridista que ya se frota con las manos con el posible relevo en el banquillo. Y es que para los detractores de Lucho, la ocasión la pintan calva.

No dio para más la selección, que ante Japón había dado muestras de sus miserias con una exasperante vuelta a las andadas. Marruecos tuvo desde el primer instante un punto más guerrillero. Supo convertir el partido en una trinchera y poco más. Le bastó con eso y los 25.000 hinchas que transformaron Doha en Rabat para hacer historia. Cientos de ellos, como en otras muchas ciudades, salieron a celebrarlo en la plaza del Ayuntamiento de València.

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