Copa, Calleja y personalidad

Sin perder de vista lo importante, pero la Copa ilusiona

Calleja, en el banquillo del Ciutat durante el Levante - Getafe de Copa

Calleja, en el banquillo del Ciutat durante el Levante - Getafe de Copa / Fernando Bustamante

Juanma Romero

Juanma Romero

No había mejor manera de arrancar el año. La Copa fue un subidón en el Ciutat. El Levante se despojó de ese corsé que apunta a que la Copa no es prioritaria para firmar el mejor encuentro de la temporada. Hacerlo además en casa le da un valor si cabe más grande porque en un 2022 triste y duro, necesitaba más que nadie la parroquia granota un duelo como el que se vivió contra el Getafe. Nadie esconde que el torneo copero no debe permitir distracciones y que el foco debe seguir ubicado en la liga y en el choque ante el Sporting de esta tarde, pero lo que es evidente es que las victorias sean donde sean, otorgan vitaminas a cualquier equipo, y si además es ante un Primera, mucho más.

Aunque ya es una evidencia, la racha de este Levante no es casual. Javi Calleja está logrando conjuntar a un bloque que arrancó con dudas y descolocado para ir rearmándose día tras día. Porque esta plantilla no está evolucionando partido a partido, sino que lo está desarrollando entrenamiento tras entrenamiento. El entrenador madrileño está además tratando de insertar en la dinámica del equipo a todos los futbolistas, una misión para nada fácil porque ya sabemos que los técnicos suelen tener definido su patrón de juego y en él, los actores suelen ser los mismos y con muy pocas variantes. Precisamente la Copa está sirviendo también para reactivar a todos los jugadores, conociendo el entrenador que la competición es extremadamente larga y que nadie puede quedar descolgado. Frente al Getafe, entre los muchos detalles que dejó, me quedo con el del último cambio. Bouldini irrumpió al verde y creo que una mayoría pensó que Wesley sería el sacrificado. El brasileño, voluntarioso, se había mostrado desacertado hasta ese momento. La salida del partido de un buen Pepelu desconcertó a propios y extraños pero fue una muestra de personalidad, ambición y fe de Calleja. Personalidad, por ejecutar un cambio impopular, ambicioso porque pobló a la delantera con un efectivo más y ante un rival de categoría inferior y de fe, porque siguió creyendo en la capacidad de reversión de Wesley ante la adversidad. La jugada fue maestra con el desenlace que todos conocen tras el un gran saque de esquina botado por Pablo Martínez.

Insisto, sin perder de vista lo importante, la Copa ilusiona. Mañana el levantinismo estará pendiente de un sorteo en el que uno de los grandes podría jugar en el Ciutat y endulzar este paso, esperemos que fugaz, por la categoría de plata. Estar en octavos de final trae ineludiblemente a la memoria el viaje a la campaña de hace un par de años. La situación pandémica impidió a los aficionados estar con su equipo en las gradas. Ahora se está ante la oportunidad de poder gozar, es la clave, de un encuentro de alto nivel. Como diría aquel, lo que va delante, va delante.

Eso sí, para llegar con convicción y entusiasmo a ese sorteo antes habrá que sacar adelante el escollo de El Molinón. La segunda vuelta inicia su camino ante un Sporting que también llega eufórico después de haber superado al Rayo en la Copa. A punto de cumplir los tres meses con la condición de invicto, el Levante ha de seguir asentando con resultados y juego su candidatura a estar en una categoría que con la Copa se oteó como una opción factible pero lejana todavía. Quedan millas por remar, pero el viento sopla a favor y toca aprovecharlo. El gran viaje retoma su rumbo.

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