En modo estatua

Ante la falta de referentes, Gattuso asume todos los galones, los que le tocan y los que no

Gennaro Gattuso, en rueda de prensa

Gennaro Gattuso, en rueda de prensa / JM López

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

El entrenador italiano es al Valencia, lo que Luis Enrique fue en la selección, una especie de estrella fugaz. No en balde, el asturiano le dedicó grandes elogios al calabrés partidos antes de su destitución tras el fracaso de Catar. Ambos procesan el carácter oportuno para ser líderes de equipos jóvenes o con futbolistas en estado de obsolescencia. Ante la falta de referentes en el vestuario y en el palco, Gattuso asume todos los galones, los que le corresponden, y otros que no. Un riesgo necesario tal como están las cosas en Mestalla.

Una situación que depende del resultado. Mientras el equipo aguante, adelante, pero si se cae, adiós. Como le pasó al exseleccionador. Me gustan los técnicos que asumen riesgos, pero dentro de un orden, como tener un proyecto de juego definido, los futbolistas oportunos para ello, y que esa personalidad exhibida en el campo se traslade también a los despachos. Aunque me temo que el italiano ha caído en la trampa de sus predecesores en esa visita a Singapur, que se ha convertido en un insulto reincidente al valencianismo.

Lo hemos visto ya en muchos equipos europeos. El sultán, emir, príncipe, magnate, e incluso algún mangante, que se compra un club histórico, se traslada al campo los días de partido, asiste a algunos entrenamientos y por supuesto se fotografía con los nuevos fichajes. En el Valencia esa interferencia está instalada desde la compra de Lim y la llegada de Meriton. Nadie pide al accionista mayoritario, y dueño, por tanto, que viva aquí, pero su falta de presencia es proporcional a su desinterés.

En circunstancias normales, con parón mundialista incluido, una entidad como la valencianista habría aprovechado para reforzar el equipo en este mercado, planificar incorporaciones con jugadores de selecciones emergentes y sobre todo para reforzar al entrenador, que lleva días desgañitándose por el fichaje de un mediocentro, como mínimo. También para establecer cesiones de canteranos para que sumen minutos en Primera.

Nada de eso ha pasado, y la carta a los Reyes Magos caducó ayer. Si hacemos caso a la tradición, falta un largo año para otra misiva de ilusión. La visita del Cádiz de anoche era un tránsito antes de viajar a la tierra de los bíblicos Melchor, Gaspar y Baltasar. Esa semifinal de la Supercopa el miércoles ante el Madrid resultaría un acicate extra si el Valencia fuera un club de fútbol.

Mucho me temo que a Gattuso tampoco le dejarán los de Meriton hacer un equipo competitivo, y en este caso celebraría como nunca mi pronóstico equivocado.

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