El miedoso Gattuso

Más allá de la pobre imagen del jueves en Copa, el técnico lleva varias semanas admitiendo que tiene miedo y da igual que sea ante La Nucía, Betis o Athletic

Gattuso señala durante un partido

Gattuso señala durante un partido / FRANCISCO CALABUIG

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Lim es una trituradora de entrenadores, y a Gattuso se le ha puesto la cara de Neville y Celades, que tras su experiencia con Meriton no han vuelto a sentarse en un banquillo. El italiano sabía dónde venía y no tiene excusa posible, porque toda la galaxia futbolística sabe que el Valencia está en manos de un déspota sin criterio balompédico, y tampoco de gestionar una empresa deportiva de primer nivel. Pero más allá de la pobre imagen del jueves en Copa, el técnico lleva varias semanas admitiendo que tiene miedo en cada partido, y da igual que sea ante La Nucía, Betis, Sporting, Almería o Athletic. 

Un entrenador con miedo no puede seguir en Mestalla, porque eso significa que prepara los partidos con el recelo que suceda lo contrario a lo que esperas, o sea ganar. La primera vez que lo dijo, ante el ‘todopoderoso’ La Nucía lo atribuí a un exceso de representación y también a una falta del dominio del castellano, pues la voz italiana ‘paura’ tiene muchos más matices que ‘miedo’. Pero tras como iba repitiéndolo, comprobé que lo que realmente tiene Gattuso es un complejo patológico al fracaso individual que lo contagia al resto de la plantilla. El ejemplo más claro es su orden de sacar el balón jugado desde el área cuando Mamardashvili no es ningún portento con los pies, igual que todos los centrales. Sin embargo, en la segunda parte del jueves, en un alarde de populismo tribunero, ordenó sacar al portero a balón largo.

En circunstancias normales, Gattuso debería dirigir mañana su último partido y el club debería tener hablado el sustituto para presentarlo el lunes. Pero junto a la deriva deportiva, el Valencia vive una crisis como entidad, pues Lim también ha machacado la estructura institucional, sin respeto a los aficionados, accionistas, ni tampoco a la trayectoria histórica de uno de los equipos más respetados en Europa. Así que el Valencia se parece cada día más a esas republicanas bananeras con destino incierto.

La última escena de jueves con un chaval recién llegado como Ilaix, seguido de Cömert, pidiendo perdón a la afición, escenifica el grado de nulo compromiso de unos futbolistas que ya no creen en Gattuso, que por cierto está sobrepasado como se comprobó después en la sala de prensa. El mejor favor que podría hacerse él, y por extensión al Valencia, es irse y explicar al mundo que personajes como Lim no pueden entrar jamás en el fútbol.

Sí, Lim es el culpable de todo, pero nunca olvidemos el papel colaborador de Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, al que el primero le impuso la medalla de honor del club por vender el Valencia a un impostor, y todavía no ha pedido perdón, ni la ha devuelto.

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