Soluciones

En la gran mayoría de los casos, los partidos se deciden en la última media hora, cuando nuestras soluciones entran al campo con la intención de subir el nivel a la competición

Marcos André, con el Valencia

Marcos André, con el Valencia / SD

Andrea Esteban

Andrea Esteban

Así es como decidí llamar este año a las jugadoras que entran desde banquillo. Cuando presentaba el plan de partido a las futbolistas, no me gustaba leer suplentes o banquillo. Siempre quise llamarlas de otra manera. A inicios de esta temporada encontré la solución perfecta, nunca mejor dicho. Y es que, en la gran mayoría de los casos, los partidos se deciden en la última media hora, cuando nuestras soluciones entran al campo con la intención de subir el nivel a la competición. El Girona consiguió el 1-0 con la asociación perfecta de Stuani y Riquelme que llevaban menos de cinco minutos en el terreno de juego. Por el contrario, el Valencia volvió a perder una segunda parte, y ya es la enésima vez esta temporada. Si existe una diferencia tan grande entre el rendimiento en la primera parte y el rendimiento en la segunda parte, se debe reflexionar buscando la causa del problema, ya que ésta puede suceder por múltiples factores. Uno de ellos es el aspecto físico, podemos pensar que el equipo no aguanta un ritmo alto de partido durante la totalidad de los minutos. Otro factor podría señalar a los futbolistas que salen desde banquillo, debido a que no están elevando el nivel de los futbolistas sustituidos o ni siquiera lo están manteniendo. Y por último, podemos pensar que no existe otro plan de partido, que no hay una reacción a los escenarios cambiantes que aparecen dentro de un mismo partido y que por tanto, hay una falta de actuación o una ausencia de toma de decisiones desde el líder del equipo. La causa del problema no tiene por qué ser un único factor, pero en las fechas en las que se mueve el Valencia, se debe de identificar y poner solución en el menor tiempo posible.

El Girona fue superior en todos los aspectos a un Valencia, que esperó demasiado pasivo a que el local se equivocase con balón. El visitante se sitúo en un bloque medio cuando no tuvo el balón, pero no actúo con la intensidad que se requería. Todos los duelos los ganó el local, todos los segundos balones, todas las caídas de disputas. La pelota siempre le caía a un jugador del Girona, ya fuese por estar mejor posicionado, o simplemente por ser proactivo y no reactivo. Pero para ser proactivo, hay que vivir el partido, hay que sentirlo, hay que estar inmerso en el juego, y esto en una dinámica negativa, no es nada sencillo.

El Valencia tiene una asignatura pendiente, debe de trasladar esa intensidad defensiva que ha mostrado cuando presionaba en campo rival, a su disposición actual más retrasada. Situarse en bloque medio, y dejar al rival iniciar con balón, no es dejar de ser intenso y pasar a ser pasivo, es justo al revés, es hacer que el otro equipo no compita cómodo, es reducir el espacio de juego, es obligarle a cometer errores no forzados. El Valencia no incomodó al Girona, no le puso dificultades para superar sus líneas de presión. Y además, tampoco consiguió cambiar la dinámica del partido con las soluciones que salieron desde banquillo. El Girona sí lo hizo y se llevó 3 puntos muy importantes para la consecución de sus objetivos. Un objetivo, que a día de hoy, es el mismo objetivo que el de su rival, salvar la categoría.