Baraja, con cabeza y corazón

El fútbol, como la vida, consiste en jugar con las cartas que nos han tocado

Rubén Baraja

Rubén Baraja / Francisco Calabuig

Dani Meroño

Dani Meroño

Cabeza y corazón. Corazón y cabeza. Son dos de las formas metafóricas a las que nos referimos cuando hay que tomar decisiones importantes. Una partiendo desde nuestra base más racional y otra más irracional. Y desde ese plano argumental aparece nuestro dilema con el fútbol, el Valencia CF y Rubén Baraja.

«El fútbol es un estado de ánimo» dijo una vez Jorge Valdano y, en parte, no le falta razón. Lo malo es que nuestro ánimo está por los suelos y apenas hay nada que invite al optimismo. 

Porque la cabeza me dice que el equipo ha tocado fondo y que la situación es insostenible. Los peores números desde la temporada del descenso y una racha interminable de malos resultados hacen mella en un ambiente cada vez más deteriorado. Una tesitura que llega hasta el banquillo, donde la elección del entrenador -Rubén Baraja- por números no debería ser la más idónea ya que no ha entrenado a ningún equipo del nivel del Valencia CF y, además, los resultados no son los más esperanzadores con sus anteriores equipos. Pero eso es lo que dice la cabeza, lo del corazón no tiene nada que ver. 

El corazón me dice que si hay alguien que nos tiene que sacar de aquí es Rubén Baraja. Sí, como lo leéis. Una persona con alma valencianista, que sabe lo que es lidiar en situaciones difíciles en el club de sus amores y que, como jugador, ya le tocó algo similar allá por el 2008. Además, si encima lo hace acompañado de Marchena, tiene toda mi confianza. Ambos asumen un reto complicado y hay que tener muchas castañas para venir aquí con lo que conlleva personal y profesionalmente para cada uno de ellos en el momento en el que se encuentra sumido el club. 

De esta forma, en esa pelea entre cabeza y corazón, en mi caso siempre acaba ganando la sinrazón, el sentimiento, lo pasional. Yo no sé vosotros, pero no sé hacerlo de otra manera. Nos ha tocado vivir un año complicado y, si he de jugarme la vida, que sea con gente que de verdad ama y siente estos colores porque sé que se van a dejar el alma en ello.

Aunque en esta partida solo hay dos posibles destinos: éxito o fracaso. Éxito si consiguen salvar al equipo, pues no le pedimos más a dos leyendas que vienen a intentar ayudar en una situación tan difícil. En caso de no conseguirlo -fracaso-, jamás les reprocharé más allá de lo que esté en su mano cada fin de semana, pues hay otros responsables de un proyecto fallido y cada vez más deteriorado como es la gente que gestiona el club.

De todas formas siempre dicen que en épocas de crisis hay que saber buscar la oportunidad, pues Baraja, es el momento de que aproveches la tuya. No en vano él mismo reconoció que era «el sueño de su vida» y que se había hecho entrenador para entrenar al Valencia CF. Bueno, pues ahora toca demostrarlo. 

Además, si algo tiene -metafóricamente hablando- el Pipo son cabeza y corazón. Cabeza porque es un profesional muy analítico, con una capacidad enorme de entender el juego y, sobre todo, de hacer fácil lo difícil. No sé si optará por 4-4-2 o 4-2-3-1 pero estoy seguro que se basará en no encajar, y en ordenar al equipo de atrás hacia adelante. Es decir, lo que siempre ha sido el Valencia CF. 

Y qué decir de su corazón y el de Marchena. Que rebosa valencianismo por los cuatro costados. Nada más que añadir.

Hoy toca la primera batalla. Una pelea donde el Valencia llega mermado física y anímicamente, con bajas como la de Cavani, Nico o Thierry que trastocan los planes de cualquier entrenador. Quizás los que tenemos no son los mejores ni más experimentados futbolistas en este tipo de situaciones pero es que en el fútbol, como en la vida, no consiste solo en tener buenas cartas, sino en saber jugar con las que nos han tocado. 

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