El primer paso para no bajar es creer de verdad que el Valencia no va a bajar

Baraja está convencido de que lo sacamos: mis respetos

Rueda de prensa pressentacion de Ruben Baraja como nuevo entrenador del Valencia cf

Rueda de prensa pressentacion de Ruben Baraja como nuevo entrenador del Valencia cf / FRANCISCO CALABUIG

Toni Hernández

Toni Hernández

Yo no quiero que el Valencia baje a Segunda. La sola idea me hace tener mal de estómago, pasar noches en vela, que ya empiezan a ser muchas. Me hace no tener buena cara durante todo el día y, algo que no me ha pasado jamás, ningunas ganas de hablar de fútbol con nadie. El martes por la mañana, nada más despertarse, mi hija me preguntó por el resultado del partido de Getafe. Cuando le dije que habíamos vuelto a perder, su respuesta, que me la quedo para mí, encendió algo en mi cabeza que llevaba tiempo apagado.

Porque me acordé de un chaval de once años, casi doce, que se fue a la última habitación de su casa a escuchar la radio un domingo por la tarde después de haber venido de Barcelona la noche anterior. Era un transistor Phillips amarillo. Aún tenía yo el sofoco de haber perdido 3-0 contra el Barcelona y el locutor diciendo que Cádiz y Betis habían empatado a cero un partido que se había dejado más que listo antes de jugarse.

Mi padre entró en ese momento y, cuando el transistor iba a ser estampado contra el suelo desde mis manos, me dijo que si lo hacía no volvía al fútbol, que debía hacerme mayor y que del Valencia se es, casi siempre, más en las malas que en las buenas. Fuimos el domingo siguiente al todavía Luis Casanova, al Valencia - Cádiz, y aquel día pasé vergüenza como pocas veces en mi vida. Recuerdo que lloré de rabia, de mucha rabia, porque supongo que no terminaba de entender todo lo que pasaba. Aquello, como a muchos de mi generación, me marcó para siempre.

Yo no quiero eso para mi hija ni para los hijos de nadie. Es una bofetada que no sabes cómo es hasta que no te la llevas y, cuando eso pasa, ya no tiene remedio porque estás en el suelo aturdido y sin poder reaccionar. 

El culpable de todo este desastre se llama Peter Lim, y se llama también todos los que propiciaron que viniera un Peter Lim. Los que defendieron y protagonizaron el asqueroso y lamentable proceso de venta. Y luego está lo del «hay que echarle» y todas esas cosas que nos repetimos como si fueran mantras para ver si nos convencemos todos de ello. No voy a hablar ni de una cosa ni de la otra porque, por más que nos pese, no las podemos solucionar. Y vaya por delante que toda protesta va a estar más que justificada y que todo lo que se le diga al dueño será poco. Muy poco. 

Yo sólo pienso en ganar partidos y en sacar la cabeza de donde estamos, en la peor situación deportiva a estas alturas en casi cuatro décadas. Confío en mi amigo Rubén Baraja. Primero porque es eso, amigo. Y segundo porque él está totalmente convencido de que lo sacamos. Sufriendo como animales pero que lo sacamos. Y a mí alguien que en su día me dijo que estuviéramos tranquilos, que íbamos a ganar la Liga, y luego ganamos dos, merece todos mis respetos, mi credibilidad y mi admiración, la cual siempre tendrá siempre, pase lo que pase. 

Tengo miedo como hacía mucho tiempo que no sentía. Como no he tenido nunca como valencianista adulto. Si no fuera el Valencia diría que no hay nada que hacer, pero es mi Valencia, mi equipo, y me niego a pensar así. Todo es una mierda, pero es nuestro escudo, y no podemos morir ahora. No entiendo la vida sin este escudo. Sin sufrir y alegrarme por él. El peor momento en 40 años, el abismo ante nosotros, pero yo no dejaré de creer en ti. Primero el equipo, después el club. Y siempre Valencia CF.

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