Un pacto a tiempo

Hay que valorar que mientras no juegas, no pierdes. Se valora poco eso

Atlético de Madrid vs. Girona

Atlético de Madrid vs. Girona / ZIPI

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Hay algo en la vida que no me termina de convencer. Un error de concepto. Por una parte quieres que pase rápido el tiempo, y que lleguen cuanto antes el verano, las vacaciones y el aburrimiento voluntario, pero por otra piensas en todo lo que tienes que hacer hasta alcanzar ese soñado momento y dices, bueno, mejor que pase muy lento este rato que me puedo quedar aquí durmiendo. Es decir, quieres que pase rápido el tiempo y a la vez que vaya muy lento. No puede ser, lo siento, no es viable eso. Es un error de concepto.

Esta temporada, por ejemplo, quiero que mi equipo logre en mayo o en junio sus objetivos correctos, pero sé que antes de que llegue el gran momento nos esperan aún por el camino un montón de partidos igualados, secuencias de dolor, nervios y sufrimiento y marcadores que cruzan el minuto 85 todavía abiertos. Me da muchísima pereza todo el proceso, estoy viejo para soportar esa tensión, por lo que llega el sábado por la mañana y no tengo ninguna prisa al respecto. Quizá haya quien tenga ganas de que llegue el siguiente partido para competir y sentir emociones fuertes en vivo y en directo, pero hay que valorar que mientras no juegas, no pierdes. Se destaca poco eso. Es la gran valía del partido de los lunes. Irse a dormir el domingo sin haber perdido, con la ilusión intacta y la portería a cero.

Todavía es febrero, pero de vez en cuando me acuesto pensando en el próximo verano: vermús, partiditos, cócteles, paz mental y torreznos, un poco de playa y un poco de pueblo; pero luego pienso también que antes del verano me toca renovar el carnet de conducir, pasar la ITV del coche y madrugar un millón de veces para llevar a los niños al colegio. También sueño despierto con mi jubilación cuando me acuesto, y rezo para que llegue rápido, pero luego pienso que me quedan unos treinta años de trabajar y entonces me desvelo y ya no me duermo.

No sé muy bien qué prefiere el Valencia: detener ahora el campeonato y no volver a ganar jamás o seguir jugando para comprobar al final del curso si ha evitado el descenso. No sé muy bien qué prefiere el Madrid: lustrar la medalla de la goleada en Anfield o descubrir el destino final del torneo. No sé muy bien qué prefiere el Barcelona: enmarcar la actual clasificación de Liga para compensar lo de Europa o acelerar el minutero comprometiendo el premio. Mientras no juegas, no pierdes. Quedarte como estás o aceptar el riesgo.

Propongo un pacto de consenso. Dejémoslo todo a tiempo. Inventemos algo. No nos hagamos daño. Es el momento perfecto.

Ganar en salud

Mientras sigamos jugando, valoro bastante también el partido de los viernes. Nueve de cada diez médicos recomiendan el partido de los viernes. En la pasada jornada, mientras recogía los bártulos en el trabajo, me llegó el habitual mensaje tentador de las tardes de los viernes, la clásica trampa: una invitación inocente para una cerveza, la típica que sabes cuándo vas pero no a qué hora vuelves. 

Y primero dije ‘sí’, pero luego vi en el Livescore que jugaba el Girona, que mola bastante este Girona, y jugaba Rodrigo Riquelme, que mola bastante Rodrigo Riquelme, y entonces lo repensé y me tiré del barco de la peligrosa cerveza de los viernes. Fui directo a casa y disfruté de Rodrigo Riquelme, y desperté sin resaca ni remordimientos al día siguiente. Se destaca poco eso. Es la gran valía del partido de los viernes. Es buenísimo para la salud el partido de los viernes.

Suscríbete para seguir leyendo