Juega el VCF, gana Mestalla

Queda mucho y aún no se ha hecho nada, pero el equipo se ha quitado un peso de encima

Los jugadores del Valencia celebran la victoria contra la Real Sociedad en Mestalla en la última jornada de Liga

Los jugadores del Valencia celebran la victoria contra la Real Sociedad en Mestalla en la última jornada de Liga / JM Lopez

Dani Meroño

Dani Meroño

¡Por fin! Este sábado se rompió la terrible racha de resultados negativos que asolaban a un Valencia CF que no ganaba en 2023. Un triunfo ante la Real Sociedad que es más importante de lo que creemos, pues a la vista está cómo se celebró en Mestalla y cómo lo vivieron los futbolistas una vez se produjo el pitido final. En el vestuario hubo lágrimas, abrazos y promesas de cara a conjurarse por la salvación.

Mestalla, para mí, fue determinante. La grada apretó e hizo valer su condición de volver a ser uno de los campos donde el clima futbolístico es tan aterrador que nadie que no sea el Valencia CF pueda sacar ni un solo punto. Animó al equipo, protestó todas las jugadas, alentó y aupó a los futbolistas hasta la victoria. Una vez acabado el partido reconoció el esfuerzo de la plantilla y su entrenador. Fue el ejemplo perfecto de cómo se puede protestar y animar a la vez. No en vano se escuchó una de las grandes pitadas a la propiedad que yo recuerdo.

Pero si algo entendió Mestalla es que hay una prioridad absoluta y es evitar que salgan vivos los equipos del santuario valencianista para ganar y salir del pozo en el que está todavía sumido el equipo. Baraja también entendió que en el orden está la virtud, y por eso se pasó todo el partido dando instrucciones para evitar que perdieran ni un ápice de concentración ante una de las delanteras más peligrosas de la liga con Oyarzabal y Sorloth.

También entendió el Pipo de qué tipo de partidos estamos hablando. Ahí es donde hace valer su condición de exfutbolista por tantas noches cruciales vividas en Mestalla. De esas veladas en las que no se gana por cabeza, ni por corazón, sino por cojones -y perdón por la expresión-. Luchando cada balón como si fuera el último, protestando cada saque de banda y metiendo un central más si la situación lo requería. Eso sí que es ser un Valencia CF ‘Bronco y copero’. La comunión entre la afición y el Pipo es absoluta, al menos de momento.

Ahora es cuando me viene a la mente Gattuso, quien pegó la espantada por la puerta de atrás dejando a un grupo de chavales solos ante el peligro en una situación sin duda dramática. Sin dar más explicaciones que las que tenía firmadas en su finiquito, abandonó el barco. Un italiano que se pasó las últimas semanas tirando chinitas sobre lo complicado que era jugar en Mestalla y defenestrando a jugadores como Hugo Duro, que ayer se derrumbó tras el partido tras un desgaste descomunal. Como se derrumbaron los 40.000 aficionados en las gradas con la liberación que suponía sumar tres puntos ante un equipo dificilísimo y que se estaba jugando objetivo Champions.

Está claro que queda mucha liga y que aún no se ha hecho nada. Sobre todo porque solo es una victoria y el resto de equipos también puntuaron -va a ser largo y duro esto-, pero el vestuario ayer sintió que se liberaba y se quitaba un peso de encima. Que pueden ganarle a cualquiera. Que el binomio con Mestalla aún funciona y que Baraja y Marchena son los líderes que necesitaban para ganar en confianza. El equipo sigue falto de puntos y el calendario se pone cuesta arriba de nuevo para más inri. Así que solo nos queda apelar al espíritu de Mestalla, de Baraja y de una plantilla que ayer demostró que no arroja la toalla bajo ningún concepto.

Y es que, coincidiréis conmigo que, en noches así, juega el Valencia CF pero los partidos los gana Mestalla.

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