El "otro" fútbol, la esencia de Mestalla

Partido de liga Valencia CF - Real Sociedad

Partido de liga Valencia CF - Real Sociedad / JM Lopez

Andrea Esteban

Andrea Esteban

¿Qué pasa cuando un entrenador inicia un nuevo proyecto en un club desde cero? Una de las cosas que estoy haciendo actualmente es visualizar cómo me enfrentaré a mi próximo reto, para que ese momento me pille preparada. El primer paso lo tengo claro, y pienso que es el más determinante, ya que lo decide absolutamente todo. 

Cuando te involucras en un club desde cero, debes de hacerlo también en su ciudad, y obviamente en sus aficionados. Tienes que estudiar y analizar detenidamente su identidad, su historia, su pasado. ¿Qué valores transmite el club? ¿Qué actitudes comparten aquellos futbolistas que se mantienen en su historia? ¿Qué mentalidad ha transmitido el equipo en sus mejores y peores momentos? ¿Qué tipo de aficionados son la gran mayoría de seguidores? El nuevo entrenador tiene que conseguir encontrar el por qué del sentimiento de pertenencia de la afición al club, y una vez encontrado debe hacer lo más complicado, trasladarlo al verde. Si la grada mira al terreno de juego y se ve reflejada en sus futbolistas, ya tienes unos buenos cimientos sobre los que empezar a construir un bonito proyecto.

Si pensamos en el Valencia CF y en Mestalla, puedo definir su esencia haciendo una similitud con tres detalles clave de este sábado. El primero, destacaría la imagen de Hugo Duro exhausto del esfuerzo y entre lágrimas al final del partido. Se lo dejó absolutamente todo y rompió a llorar, sacando de dentro toda aquella frustración y sufrimiento que estos futbolistas están arrastrando desde hace meses. La segunda imagen clave es la de Correia celebrando un saque de banda en contra, simplemente por el hecho de interceptar un centro que podría haber sido peligroso. Desde que ingresó en el campo, fue un chute de energía para la afición y sus compañeros. Transmitió una energía positiva muy necesaria para afrontar un final del partido en el que el Valencia, necesitaba cerrar su portería para poder conseguir esa ansiada victoria en casa ante su afición. Y por último, el detalle más trascendental para mí fue ver a los aficionados locales de pie en sus butacas, sin abandonar el estadio antes de tiempo, disfrutando del sufrimiento de los últimos minutos del partido, en una perfecta comunión con sus futbolistas. 

En un partido tan determinante para el futuro del Valencia CF, el club de Mestalla volvió a sus orígenes y regresó a donde todo empezó. Consiguió ser ese equipo «bronco» que deja la portería a cero, generó ocasiones desde la sencillez, y una de ellas la aprovechó. Fue efectivo relativamente pronto, y mató el partido, no a nivel de resultado, sino de ritmo, haciendo que no pasase absolutamente nada hasta el minuto 90. 

Imanol intentó sorprender al Valencia CF iniciando con un 1.4.3.3 en el que Oyarzabal y Kubo ocupaban ambas bandas. Pienso que la intención del entrenador txuri urdin era generar problemas a ambos laterales valencianistas, emparejando a sus dos mejores futbolistas con un Foulquier que venía sufriendo las semanas anteriores a nivel defensivo, y un Toni Lato que tiene la difícil papeleta de suplir a Gayá en un momento complicado. Tras el descanso tuvo que cambiar, y vimos ya un 1.4.4.2 en rombo, que para mí fue más un 1.4.3.2.1 ya que Oyarzabal y Kubo tenían mucha libertad dentro, y Sorloth era el ecargado de ser la referencia ofensiva.

A partir de ahí, los laterales visitantes tuvieron mucho más recorrido pero no acabaron de generar ninguna sensación de peligro, sino justo lo contrario, ya que el Valencia CF aprovechó esos espacios a espaldas para atacarlos en transición ofensiva encontrando a Hugo Duro o a Castillejo, con demasiado espacio y tiempo para correr y asociarse. El último cambio de un entrenador intervencionista que buscó en todo momento cambiar el devenir del partido, fue esta vez sí, posicionar a su equipo en un 1.4.4.2 en rombo, con dos delanteros de área que necesitan continuos centros para generar peligro, y Oyarzabal como enganche y con total libertad de movimientos en el espacio existente entre la línea defensiva y la línea de mediocentros del Valencia CF. Pero lo que Imanol imaginó, no se dió sobre el terreno de juego, ya que la Real Sociedad se atascó y no encontró la manera de encontrar a su 10 por dentro, ni tampoco pudo nutrir de buenos centros a sus dos delanteros. 

No hay que infravalorar al “otro” fútbol. Este sábado el corazón ganó a la cabeza. Lo subjetivo ganó a lo objetivo. Lo no cuantificable ganó a los datos. La pasión ganó a la pizarra. El Valencia CF situado en puestos de descenso venció al tercer clasificado. Por esto, el fútbol es impredecible y es el deporte más bonito que existe.