El Levante más unionista

La comunión entre la afición granota, la plantilla y el club empuja a conseguirlo todo

Los jugadores del Levante celebran un gol frente al Lugo

Los jugadores del Levante celebran un gol frente al Lugo / JM López

Juanma Romero

Juanma Romero

Un trocito de Huesca va a tener este sábado color granota y no porque la SD Huesca vista con colores similares al Levante, sino por otra demostración de que en esta misión en la que está inmerso el club, no está ni mucho menos solo, la afición está ahí. La capacidad limitada de El Alcoraz ha impedido que sean muchos más los desplazados a tierras del Alto Aragón. Conseguir una localidad se convirtió en una particular batalla en la que el atino con el ratón o la red de internet fue el punto diferencial para conseguir el tesoro de la entrada. Ya comentaba la pasada temporada que el mejor activo que tenía el Levante era su gente. Por encima de un ejercicio para el olvido, la parroquia levantinista estuvo en todo momento con los suyos, tratando de hacer posible lo que no lo era, tratando de creer en lo increíble, tratando de evitar una caída que era irrefrenable. He de reconocer que temía un desapego social por muchas coyunturas más allá de lo deportivo, pero afortunadamente no ha sido así. La campaña de abonos que arrancó en verano confirmó que el levantinista de esencia no iba a dejar a su equipo solo en un momento difícil.

El club además ha estado también a la altura. Pese a los errores cometidos antaño, ha vuelto a enderezar la línea retomando esa filosofía que hizo del Levante una entidad firme, sólida y en tendencia alcista. Movimientos como la renovación de Pepelu, las recientes de Pablo Martínez o Brugué, el retorno de Iborra o la arriesgada apuesta de mantener a Campaña y De Frutos, han exhibido el ánimo de tener un paso fugaz por la categoría de plata para volver a estar entre los mejores. Todo esto ha sido un germen barnizado con resina y que aunque tuvo atisbos de resquebrajarse, se ha asentado como el cemento y ahora mismo brilla con luz propia. La plantilla no podía quedarse a un lado. El gesto de sufragar el viaje a Huesca ensalza esa armonía entre todas las partes para lograr una comunión tan difícil de conseguir y tan capital para lograr lo que uno se proponga. 

Y es que el levantinismo sabe que el esfuerzo ha de ser común entre todas las partes y con esta enseña el camino hacia el objetivo será capaz de superar todas las vicisitudes y obstáculos que puedan interponerse. La muestra de madurez del seguidor del Levante debe desterrar, para mí ya desde hace tiempo, ese mito infundado de que este club no tenía seguidores con ADN 100% granota. Decir esto es no conocer al Levante y mostrar una falta de respeto. El levantinismo ya no solo está entregado a sus colores, sino que además tiene el germen de nuevas generaciones que van a crecer junto al Levante. Es algo imparable, fastidie o moleste a quien tenga que hacerlo. En cualquier partido, en casa o fuera, lo pueden atestiguar aquellos que no lo crean.

Con todo esto, lo vital es volver de Huesca con tres puntos más. La pugna continúa en lo más alto y después de recuperar el puesto de ascenso directo con relativa solvencia, toca aferrarse al mismo con la mejor empuñadura. Con ausencias de postín todavía en curso, Calleja afrontará una nueva reválida para conservar una jornada más una racha que va camino de ser más que legendaria. Por los que viajan a Huesca, por los que se quedarán viéndolo en sus casas o en los bares, por los que lo seguirán de una manera u otra, que esto no pare nunca.

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