Campeonato sucio

Estamos ante una falta de confianza en la honorabilidad del fútbol español sin precedentes

Una imagen de archivo de Negreira

Una imagen de archivo de Negreira / SD

Sergio Arlandis

Sergio Arlandis

Más peligroso aún que tentar a la suerte pagando por unos dudosos servicios prestados a quien puede influir en los árbitros, es ver esa sensación de invulnerabilidad que tienen ciertos clubes, como si su repercusión social, mediática y económica les permitiese alegar, con cierta frialdad, que no han hecho nada y que siga el circo adelante. ¡Sigan!…que diría un árbitro…en el área del Barcelona, claro.

Estamos ante una falta de confianza en la honorabilidad del fútbol español sin precedentes: lo malo es cuando rozamos ya el umbral peligroso que pasa de las sospechas a los hechos. Y aquí parece que lo mejor será que acaben pasando tres años, con líos intermedios, y así todo prescriba, porque en la jugada no ha habido contacto alguno ¡Saque córner!

Desconozco qué impacto tendrá el caso de Enríquez Negreira en todo el sistema del fútbol español, a pesar de que ya sabemos (y existen sentencias) de la evidente corrupción que pesa sobre algunas grietas del sistema: amaños de partidos por la vía de las apuestas o los pactos de resultados por la vía de las primas a terceros entre otras cosas. No me digas nada que lo he visto con mis ojos: no hay problema de apreciación, Kessié toca al jugador, pero no lo suficiente como para derribarlo. Es decir, sí toca, pero ¿hasta qué punto destapa una posible (insisto: posible) corruptela más continua, más profunda?

No tenemos pruebas de que ese extorsionador del barcelonismo y del fútbol español en general, pudiera actuar de algún modo o de otro. Y esto justificará la defensa a ultranza de algo que es difícil de justificar: unos pagos de dudosa ética y oscuro resultado. No se puede probar la influencia de este señor en nadie, como tampoco el hecho de que el estamento arbitral sí se deja influir por los ambientes de los campos y, sobre todo, por el peso del escudo que tienen delante.

No creo que Enríquez Negreira, por ejemplo, le dijese a cualquier árbitro que permitiese a los blaugrana protestar a medio centímetro de la cara a un árbitro y que este no les amonestara. Tampoco creo que lo hiciese Megía Dávila cuando lo contrató el Real Madrid, una vez demostró que no superaba las pruebas físicas para seguir ejerciendo como árbitro, aunque estaba en activo todavía. Dudo que lo hiciesen ¿verdad? No merece la pena que revisemos en el monitor la jugada porque no es punible de sanción o de corrección. En efecto: a ver cómo demuestras que no hay una aplicación equitativa y justa del mismo reglamento en, por ejemplo, la señalización de faltas, la sanción con tarjeta, los penaltis que solo se les pita a estos equipos o que solo se les pita en contra a algunos equipos como el Valencia CF o el Leganés, por poner ejemplos dispares.

Ahora mismo el campeonato español está tan manchado que uno sospecha de todos y de todo y, para colmo, aquí, en Valencia, tenemos a un propietario que estaba feliz por rodearse de mafiosos y poderosos gracias al fútbol. Quizá también por ahí esté todo podrido con comisiones fuera de sentido, chanchullos financieros como el que salpicó a la Juventus (y…¡Oh sorpresa! Al Barcelona también con Artur) e incluso al Valencia si me apuras con el tema Cillessen. O los equipo-estado de la Premier…

Con lo bonito que es este deporte y los muchos valores que puede transmitir. O lo bonito que es también competir, de tú a tú. El caso Negreira solo confirma una cosa: nunca hemos jugado bajo las mismas condiciones. Pito el final cuando queden diez segundos, no vaya a ser que me empaten, que este equipo, aunque va de blanco, no es el Madrid.

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