Un triunfo por Pedro y el levantinismo

El mejor homenaje posible para el histórico consejero y padre de Quico Catalán, es la victoria de su Levante UD

Pedro Catalán

Pedro Catalán / SD

Juanma Romero

Juanma Romero

No tuve la oportunidad de conocer personalmente a Pedro Catalán. Salvo algún acto esporádico del club, nunca se dieron las circunstancias de poder entablar amistad con una persona de la cual siempre me hablaron maravillas. Solo guardo una anécdota. En un viaje con escala en Madrid lo vi en la cola para coger un tren en Atocha hasta València. Él venía de Bogotá por un viaje de negocios. Lo reconocí y me presenté, sin tratar de importunar. Le dije que curiosamente había nacido el mismo año que mi padre y que ahora, las generaciones posteriores, habíamos podido disfrutar de la mejor época del Levante. Aquello que parecía imposible, que era volver a ver al Levante en Primera División, ya no tan solo se había conseguido, sino que se había superado. En los pocos minutos de esta charla me trasladó su alegría de que los hijos y nietos de esos jóvenes que pudieron ver al Levante de Rodri, Pedreño, Domínguez, Calpe o Wanderley, tuvieran la oportunidad de revivirlo todos juntos en una imagen entrañable. Esos escasos minutos fueron una destilación pura de levantinismo, porque ahí me di cuenta de que con gente como Pedro, ese Levante sacudido demasiados años por el infortunio y el olvido, no iba a desmoronarse, todo lo contrario, iba a ser más fuerte, porque la apuesta era honrar al pasado y diseñar un futuro brillante. El resultado de la obra es más que evidente. El Levante ha perdido a una figura inigualable, única, pero su recuerdo, gestión y amor por el escudo va a quedar para siempre en la memoria de todos los que sienten al Levante. Eso nunca va a quedar en el olvido.

Como diría aquel, la vida sigue, y la mejor manera de recordar los grandes momentos de Pedro, sería con un triunfo ante el Albacete, una victoria de su Levante. El Ciutat acoge un duelo de candidatos al ascenso. Un partido que llega después de la derrota en Huesca. Nunca he creído en eso de la derrota útil que argumentó Valdano en aquella eliminatoria copera entre el Valencia y Las Palmas. Ganar, aunque sea de manera rancia, es lo primordial, pero sí es cierto que El Alcoraz, una vez se dejó de añadir puntos al casillero por primera vez en mucho tiempo, ha de tomarse como una lección. Toca aprender que los bajones de juego pueden penalizar de manera contundente ante cualquier rival que pueda estar mínimamente entonado como fue el cuadro oscense. Los daños colaterales fueron menores de lo esperado después de que Las Palmas y Alavés no ganaran. Esto no evitó perder la plaza de ascenso directo, un lugar más que cotizado y que promete convulsiones infinitas. Sin dramatizar, porque no hay motivos, el Levante necesita dar otro golpe de autoridad ante un Albacete, lejos de ser aquel famoso ‘Queso Mecánico’ de la época de Benito Floro, pero envalentonado y crecido, al gozar de una oportunidad real de acercarse a un ascenso que no entraba en sus parámetros. La afición está obligada a hacer un paréntesis en la agenda fallera y crear una atmósfera de apoyo absoluto a su equipo, rememorando ancestrales duelos ante el cuadro manchego en los que el colorido siempre estaba asegurado por la presencia de seguidores albaceteños y que a buen seguro se desplazarán este sábado a València.

Un triunfo para Pedro Catalán

El mejor homenaje para Pedro será un triunfo, por él, por los que no están, pero también por los presentes. El triunfo es la única posibilidad porque el fin del camino está más cerca y el botín por el que tantas personas han luchado está al alcance. Toca pelear hasta el límite. Vale, y mucho, la pena.

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