El pivote como base del juego

Guillamón le ganó la partida a Lucas Torró. El pivote valenciano volvió a mostrar un nivel alto dentro del terreno de juego

Baraja con Guillamón

Baraja con Guillamón / Francisco Calabuig

Andrea Esteban

Andrea Esteban

El pivote es una de las posiciones más importantes para en un entrenador que posiciona a su equipo en un 1.4.1.4.1 o en un 1.4.3.3. Tanto el Valencia como el Osasuna utilizaron a este futbolista como el “pilar central” sobre el que sustentar una mesa en la que situaban el resto de compañeros. Este sábado ser pivote, para los ojos de un entrenador, fue una profesión complicada ofensiva y defensivamente. Incido en los ojos de un entrenador, porque normalmente esta posición pasa desapercibida para el aficionado. Sin embargo, en un juego posicional, ser pivote se traduce en ser el centro y el equilibrio del juego cuando tu equipo tiene el balón y cuando no lo tiene.

Cuando un equipo tiene la posesión, ser un Nº6 se traduce en tener mucha responsabilidad en el juego ofensivo, estar siempre en disposición de recibir el balón y con una buena orientación corporal para darle continuidad al juego, ser una línea de apoyo constante para los compañeros con el objetivo de llevar al balón a zonas del campo más despobladas, combinar el juego corto y largo, y un sinfín de responsabilidades que podría seguir contándoos sin saber cuándo y cómo acabar.

Para mí y en relación con mi manera de ver el fútbol, la situación ideal de ataque de mi equipo es que el Nº6 reciba el balón de cara a portería rival, habiendo superado la primera línea de presión del oponente y con la responsabilidad de seguir avanzando y poder conectar con ventaja con alguna de las compañeras ofensivas. Por tanto, a este jugador podríamos denominarlo el constructor de juego.

¿Y qué sucede cuando no se tiene la posesión? En esta fase el pivote sigue siendo determinante debido a que se posiciona en una zona en la que es la unión de la línea defensiva con la línea de centrocampistas. Su función es mantener una correcta distancia entre ambas líneas y defender ese espacio que todos entrenadores intentamos conquistar y que no nos conquisten. En ese espacio además suele actuar “normalmente” solo, teniendo que bascular de un lado a otro, y debiendo tomar decisiones trascendentales para el resto de sus compañeros.

Debe percibir si existe un apoyo de un rival por detrás de él, para defenderlo por delante sin ser superado, tiene que comunicar y organizar a los compañeros que se sitúan por delante, plasmando el comportamiento defensivo que el entrenador le pide a su equipo, debe de evitar que su línea defensiva actúe sola y para ello, su posición es clave en esas ayudas constantes por delante, y una larga lista de etcéteras. Relacionado con el párrafo anterior, en este caso el pivote sería el destructor de juego, sería la vigilancia constante, la custodia que tiene que proteger esa zona peligrosa a la que queremos que el rival ni se acerque.

En relación con todo lo anterior, la mayor responsabilidad de este jugador es ser la extensión del entrenador dentro del campo, y para ello su comprensión del juego y del plan de partido del equipo debe de ser total. Esto no es nada sencillo, y pienso que solo lo pueden llegar a conseguir jugadores de muy alto nivel competitivo.

La clave del partido de este sábado fueron los pivotes. Hugo Guillamón le ganó la partida a Lucas Torró. El pivote valenciano volvió a mostrar un nivel alto dentro del terreno de juego. A nivel ofensivo recibió el balón constantemente con un buen perfil, combinó en continuas ocasiones con Gayá, dotándole de balones con ventaja para que el capitán valenciano pudiese ser un peligro para la zaga de Osasuna. Por otro lado, a nivel defensivo fue contundente, organizó al equipo, impidió que se partiese, y el Valencia “viajó” ordenado por todo el terreno de juego, dejando muy pocos espacios al rival cuando defendió en campo propio y también, cuando se estiró un poco más y defendió en campo rival.

Este sábado el Valencia solo necesitó aprovechar un error en construcción de juego de Osasuna. Los centrales y el pivote del equipo de Pamplona cometieron el mismo error hasta en tres ocasiones. Salieron sorprendentemente ilesos de la primera, pero a la tercera llegó la vencida. Tropezar tres veces con la misma piedra, y además hacerlo en los últimos 15 minutos de partido, fue un castigo merecido para los de Osasuna que apenas rondaron en todo el partido la portería de Mestalla. El Valencia venció en una de las múltiples finales que le quedan esta temporada. Recuperar el equilibrio de Hugo es una grandísima noticia para el club valenciano, que está mostrando ser un equipo maduro, capaz de controlar todos los partidos que se compiten dentro de un mismo partido.