Baraja y los árbitros

La sospecha sobre el sistema y el colectivo en particular es tan grande que está pasando factura a los trencillas

VAR en Mestalla

VAR en Mestalla / Francisco Calabuig

Rafa Marín

Rafa Marín

Es casi el mismo dibujo y son los mismos jugadores. Pero aun así el Valencia parece otro. Primero por los resultados. Triunfos por la mínima, portería a cero y derrotas reñidas. Y sobre todo por las sensaciones. Los últimos minutos contra Osasuna dejaron una imagen para la posteridad. Pasarán los años y se recordará aquella vez que con la soga al cuello se jugó el descuento junto al córner. Lo que en otras circunstancias habría sido censurable ahora es hasta digno de elogio.

Y es que lo mejor de Baraja hasta la fecha es no haber inventado nada. Más bien todo lo contrario. Jugar a lo seguro, darle normalidad a la situación, quitarle el miedo del cuerpo a los jugadores, no cortarse con nada, tener remilgos cero, apostar a tope por la afición, por Mestalla... Y no quejarse, ni siquiera de los árbitros, papeleta por cierto que era al club a quien le tocaba. Tras la espantada de Gattuso, es verdad que el Pipo se lanzó en plancha a por la oportunidad de su vida y también lo es que está cumpliendo.

Era importante contar con un técnico que supiese lo que se lleva entre manos y lo que le hacía falta al equipo ahora mismo. Así que la nota parcial es de aprobado alto, incluso notable. No es momento de darle vueltas a si se trata o no de un ‘parapeto’ para nadie porque lo que está en juego son palabras mayores. Si se logra salvar la papeleta, ojalá que sí, también será para la posteridad.

Los árbitros

El Valencia, menguado hasta el extremo por culpa de Lim, va a sudar la gota gorda para mantener la categoría. Y de hecho, aunque consiga escapar del pozo, los sudores fríos de esta temporada no se le olvidarán nunca a nadie. Las jornadas que se vienen, tanto este sábado como tras el parón, prometen emociones fuertes. Y van a jugarse, además, en uno de los peores momentos de la historia del fútbol español. El estallido del caso Barça supone un antes y un después. Y la sospecha sobre el sistema en general y el colectivo arbitral en particular es tan grande que está pasando factura a los trencillas. Se equivocan más que nunca y el VAR es fuente de problemas antes que de soluciones. ¡Qué peligro!.