Pablo, tu lesión nos dolió a todos

Su baja de gravedad es un palo muy gordo para el Levante UD …y para Calleja

Pablo Martínez, atendido por los médicos

Pablo Martínez, atendido por los médicos / JM López

Juanma Romero

Juanma Romero

Una lesión que nos dolió todos. El aparente resbalón de Pablo Martínez en una internada por la banda izquierda se convirtió en la peor noticia que de largo dejó el partido frente al Albacete. Los gestos posteriores de médicos y jugadores pidiendo el cambio, aventuraron lo que se confirmó después. Grave lesión que deja al jugador fuera de combate para lo que resta de temporada. Un palo. Duro golpe sobre todo por el futbolista. A Pablo nadie le ha regalado nada, y tras dos cesiones, peleó desde el primer minuto por ganarse la confianza de Calleja sabiendo que tenía por delante competencia y de la buena con Pepelu, Iborra o Campaña. Con unas condiciones físicas envidiables, Pablo Martínez aprovechó su momento y de posible recambio pasó a fijo indiscutible y referente de la afición. El Levante, sabedor del valor del futbolista, trazó un plan de ejecución para renovar y ampliar su contrato. Los gajes del oficio que trae el fútbol nos van a privar de ver a Pablo Martínez lo que resta de campaña. Se le va a echar de menos y mucho, también Calleja y sus compañeros. El técnico madrileño tiene la compleja tarea de encontrar un recambio que minimice los múltiple matices positivos que trasladaba Pablo Martínez al equipo. Pero quien seguro va a sentir esto con amargura es el propio jugador que se va a ver obligado a impulsar al equipo desde fuera, sabedor de que se le necesita y de que ostentaba un rol ganado a pulso. Su cuenta atrás para volver ya está en marcha. En su retorno será más fuerte, ahora no queda otra que animarle al máximo y desearle una recuperación total. Su futuro no debe ser otro que el de verse enfundado con la casaca de un Levante de Primera División.

Es un lastre el de las lesiones. La enfermería está teniendo una actividad incesante en lo que llevamos de temporada, y aunque el aparente gran fondo de armario ha logrado salvar la papeleta en la mayoría de ocasiones, el hándicap es evidente. No olvido las lesiones de Brugué, Mustafi, Vezo o Campaña, aún activas, o las más recientes de Postigo y Soldado que aspiran a volver ya. Las opciones siguen más que intactas, pero las fuerzas se han equilibrado y el desenlace presenta infinidad de posibilidades para bien o para mal.

Dos partidos a domicilio

Con dos salidas por delante ante dos históricos en circunstancias complejas, el Levante necesita ganar sí o sí, además de volver a recuperar el olfato goleador. Dos partidos consecutivos sin marcar no deben encender la llama de la ansiedad pero sí las alertas de que hay que hacer algo más en ataque. Frente al Albacete, la grada del Ciutat asistió con cierta frustración a la falta de contundencia del equipo arriba. Con un mayor empuje tras el descanso, el conjunto granota fue incapaz de noquear a un rival, que con un hombre menos, renunció a buscar la heroica y se atrincheró en la portería propia para rascar un punto de oro. Los centros laterales fueron el manido recurso que dispuso el Levante y que resultaron infructuosos y estériles. A ello se le unió un desacierto continuo del siempre voluntarioso Bouldini, y que no pudo mitigar Wesley, quien sigue atesorando tanto prestigio social como nulidad goleadora. El equipo añora y busca un hombre referencia, un hombre gol, ese futbolista inapelable y letal. Es difícil que a estas alturas aparezca. Habrá que encomendarse a ellos o a los que puedan hacerlo, porque el ascenso está en sus botas. Ya da igual el nombre o el número, pero la tendencia hay que voltearla ya mismo. Málaga es la primera parada esta noche. Con una València inmersa en el fuego fallero, el Levante ha de volver a iluminar la llama del gol para impulsar el cohete del ascenso.

Suscríbete para seguir leyendo