La credibilidad de Suiza: quesos, relojes y bancos

La caída del Credit Suisse, ¿salvado? por los 50.000 millones de euros en préstamos del Banco Central de Suiza, pone en entredicho el paraíso bancario por excelencia

Martí Saballs

Suiza y Noruega se disputan los rankings anuales de Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. En el último publicado, el país helvético sustituyó al de los fiordos. Suiza es conocido por producir relojesquesos y medicamentos, por su puntualidad, tener la Nestlé y ser un paraíso bancario que a lo largo de los años ha servido a patrimonios de todo color y calaña para conservar allí sus ahorros e inversiones. Un paraíso que el resto del universo ha querido mantener neutral y libre de intervencionismos exteriores.

En la residencia de una señora suiza, a los pies del lago Maggiore, a quien conocí subiendo montañas en Alaska en la prehistoria, recuerdo haber tenido una de las conversaciones más absurdas de mi vida. Quería convencerme de que el aceite de oliva era pésimo para la salud, que debía cocinar con mantequilla, comer pan con mantequilla y untarme, si era necesario, de mantequilla. Como quería descansar, acabé dándole la razón.

Suiza es para los suizos el centro del universo. Son los mejores e, incluso, en algunos momentos, han tenido una selección que ha jugado bien a fútbol (gracias a los hijos de inmigrantes). Suiza es esto y más: de Erasmo de Róterdam, enterrado en la aburridísima Basilea, a Calvino, el reconocido teólogo, uno de los padres del protestantismo cristiano, a quien la riquísima Ginebra dedica una calle en su limpísimo casco antiguo. Su división cantonal erige uno de los países más descentralizados del mundo. Cualquier asunto público que atente a la libertad individual es susceptible de ser votado en referéndum. ¿Alguien sabe quién preside la Confederación Helvética? Alain Berset. ¿Habían oído hablar de él? Es una de sus virtudes: los políticos suizos son irrelevantes.

Mal y tarde. La decisión del Banco Central de Suiza de prestar 50.000 millones de euros a Credit Suisse (CS) para salvar, temporalmente, su crisis de liquidez, se prevé insuficiente. ¿Cómo es posible que todo aquello que se sabía de CS no hubiera generado una reacción previa? ¿Préstamo en vez de inyección directa? Fuentes conocedoras del sistema financiero europeo comentan que si CS hubiera estado bajo la tutela del Banco Central Europeo (BCE) ya habría sido intervenido hace tiempo. 

Desde hacía meses era conocida la inestabilidad del gigante helvético. Informaciones sobre sus problemas salían en la prensa financiera internacional; pero, absorto como estaba el mundo en la invasión de Ucrania y la crisis energética, poca atención se le prestó. 

En 2022, CS perdió 7.400 millones de euros. Había anunciado más pérdidas para este año y una reducción de 9.000 empleos de los 52.000 que suma. En el último trimestre, se retiraron de CS 111.000 millones en depósitos. Hasta 160.000 millones en un año. El Banco de Suiza conocía estos datos y no actuó. Las acciones, que habían llegado a valer 16 francos (equivalencia de un euro por divisa suiza), habían caído a 2,13 antes de que el Saudi National Bank, propietario del 10% de CS, decidiera no ampliar capital. Cayeron hasta 1,56 francos antes de volver a subir a 2 tras la anunciada intervención de la autoridad monetaria. Su valor bursátil: 8.000 millones para unos activos de 500.000.

En el Banco Central Europeo están ya analizando hasta el mínimo detalle la exposición con CS de la banca de la UE

Martí Saballs

— Director de información económica de Prensa Ibérica

Los mercados, asustados después de que sucumbiera el Silicon Valley Bank (SVB), se encontraron con una sorpresa menos inesperada de lo que parecía. Si la caída del SVB ya obligó al BCE a repasar las conexiones que tenía este banco con entidades europeas, con CS el temor se agudizó.

Tras la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, el BCE tardó tres días en descubrir las interconexiones entre ese banco y la banca europea. Demasiado tiempo. Cambió el sistema estadístico y hoy la autoridad monetaria puede conocer en muy poco tiempo las complejas relaciones entre las entidades financierasQuién ha vendido qué a quién. En definitiva: cuál es el grado de contaminación que existe y cómo puede controlarse. En Fráncfort llevan ya horas sin dormir para despejar cualquier duda y poder actuar en el sistema antes de que sea demasiado tarde.

No hace falta recordar las palabras de optimismo que se generaron en España, tanto de políticos como de banqueros, sobre el buen estado de la banca española a finales de 2008. La experiencia debe servir para evitar repetir los mismos argumentos. La buena comunicación y la transparencia es tan fundamental para impedir el escepticismo y la desconfianza, ya perenne, que existe sobre el sistema financiero. Las redes sociales empiezan a generar rumores y especulaciones sobre cuál será el próximo banco en caer. Que el BCE no espere a actuar si es necesario. Si hay otro espantajo bancario a punto de caer que no procrastine. Cirugía inmediata.