Salvarse de la quema

La mejor virtud del Valencia de Baraja es ser un equipo. Y este sábado, en su peor partido, desde luego no lo fue

Moriba y Cömert, tristes tras perder en el Metropolitano

Moriba y Cömert, tristes tras perder en el Metropolitano / Rodrigo Jiménez

Rafa Marín

Rafa Marín

El Valencia jugó en el Metropolitano el peor partido con diferencia de la era Baraja. Un paso atrás que confirma cómo de difícil va a ser salvarse de la quema. Y es que así como en las victorias contra Real Sociedad y Osasuna la mejor virtud estuvo en ser un equipo, esta vez el mayor defecto fue no serlo. Los del Pipo, sin el espíritu competitivo de otros días, carecieron de herramientas para frenar al Atlético. A pesar del doble lateral y el trivote, Mamardashvili salvó para variar una goleada más severa. El centro del campo fue un desierto. Y en ataque se sumó la sexta jornada consecutiva sin marcar a domicilio. Apenas hubo noticias de Hugo Duro, con el que quedó claro que cada vez que interviene el VAR es para mal. Proteste o no proteste en el club, no hay manera. Queda al menos el consuelo de haber puesto punto y final a un tramo del calendario de órdago. A partir de ahora es el turno contra rivales directos. Una pelea que, a expensas de lo que haga el Getafe, se puede empezar en zona de descenso. Hay que apretar los dientes y volver a ser un equipo.

Bajón

El final de la mejor racha sin perder ha dado paso a la peor sin marcar. Van tres jornadas sin goles del Levante y otras tantas sin ganar. Malas sensaciones también en su caso a las que se añade el peaje de las lesiones de gravedad y los resultados de los rivales directos. Igual que antes no se había hecho nada, tampoco hay nada perdido ahora. Sin embargo, que el ascenso directo se está complicando y mucho es algo que salta a la vista. Y más que puede hacerlo si Calleja no es capaz de que el equipo reaccione. Hay que cambiar empates por victorias. Afilar el ataque. Y no perdonar en Orriols.

Crisis de fe

El fiasco en la Conference ha dejado a Setién más contra las cuerdas que nunca. Sobre todo porque las dudas con su estilo no solo las tienen quienes le cantan que se vaya. A las puertas del parón, el partido contra Osasuna vuelve a saber a ultimátum. Quedarse fuera de Europa la próxima temporada sería un fracaso absoluto en lo deportivo y lo económico. Y que los jugadores no creen ya no se puede disimular.

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