Con los ojos en la nuca

Soy de las que piensan que puedes perder, el rival puede superarte, puede estar más preciso que tú, pero lo que no puede pasar es que un equipo que se juega quedarse en primera división no se acerque a la intensidad, compromiso, agresividad y el esfuerzo de su rival

FOOTBALL - LA LIGA - AT MADRID V VALENCIA

FOOTBALL - LA LIGA - AT MADRID V VALENCIA / Oscar J. Barroso

Andrea Esteban

Andrea Esteban

El Valencia inició el partido del sábado 1-0 perdiendo. Los aficionados valencianos sentían y exteriorizaban el partido en el Wanda como un mero trámite por el que su equipo tenía que simplemente pasar. El Atlético de Madrid afrontaba el partido como claro favorito por numerosas razones. Su posición en la tabla es claramente mejor, las buenas sensaciones que arrastra desde hace más de 10 jornadas le permiten incluso tener la ilusión de competir por el segundo puesto en la liga, y la estadística a favor que le acompaña, en lo que a duelos contra el Valencia se refiere, le hace no conocer la derrota frente a los valencianos desde 2014. Independientemente de todos estos datos, lo más bonito del fútbol es lo impredecible que es, ya que la estadística por sí sola no nos dice absolutamente nada, y para ganar un partido primero hay que jugarlo.

El Valencia no se lo creyó, inició el partido derrotado, se dejó superar en todos los aspectos del juego y no incomodó a unos colchoneros, que se encontraron un partido mucho más sencillo de ganar, de lo que ellos mismos preveían. Soy de las que piensan que puedes perder, el rival puede superarte, puede estar más preciso que tú, pero lo que no puede pasar es que un equipo que se juega quedarse en primera división no se acerque a la intensidad, compromiso, agresividad y el esfuerzo de su rival. Eso depende de uno mismo, y el Valencia estuvo muy lejos del Atlético de Madrid en cuanto a juego y mentalidad se refiere. 

El equipo de Mestalla sufrió mucho por su perfil zurdo. Desde inicio el Atlético generó una superioridad posicional en una zona en la que el Valencia no cerró bien los espacios, no estuvo equilibrado y no supo cerrar una línea de pase que permitía a Llorente desenvolverse con excesiva tranquilidad cerca de portería. Kluivert como extremo sin balón no cerró bien lo espacios por dentro, Nico saltó constantemente fuera de zona para intentar presionar a Koke, pero lo hacía tarde y lo que conseguía era dejar un espacio a su espalda, que fue continuamente aprovechado por los jugadores locales, principalmente por Llorente.

El jugador del Atlético de Madrid repitió un comportamiento muy marcado que el Valencia no supo neutralizar, se posicionó en amplitud y recibió abierto bajando su altura y haciendo dudar a Gayá que no sabía si salir de zona para reducir la distancia con su adversario, o esperarle en una posición más retrasada para no generar un espacio que Memphis podría aprovechar. Esta ubicación le permitió a Llorente recibir con tiempo y espacio, perfilarse y encarar al capitán valenciano que, conociendo al extremo colchonero, le cerró el avance por fuera. Gayá no tuvo ayudas por parte de sus compañeros debido a que Nico estaba lejos y Cenk estaba demasiado ocupado marcando a Memphis.

El no tener ayudas defensivas permitió que Llorente pudiese cambiar su comportamiento habitual cuando tiene el balón, en lugar de irse hacia fuera y buscar centro, el extremo del Atlético de Madrid se dedicó a conducir hacia dentro sin que ningún rival saliese a encimarle. Se asoció con Memphis, con Griezmann e incluso con Carrasco, y únicamente se encargó de fijar a la defensa valenciana para generar peligro. La línea defensiva del Valencia se vió superada y sin tener los recursos para solucionar una situación, que se repitió principalmente durante toda la primera parte y también durante el inicio de la segunda. Con una conducción hacia dentro de Llorente se inició la jugada del segunda gol local, que culminó Carrasco para poner muy difícil un partido que ya inició cuesta arriba. 

En ese mismo perfil zurdo, Memphis encontró la espalda de Cenk una y otra vez. El delantero del Atlético de Madrid se movió en esa zona creando mucho peligro a un central ausente de agresividad. El futbolista visitante intentó frenar a su rival solo con el control de la mirada, sin utilizar el contacto, sin usar los brazos para incomodar a un delantero, que lo que hizo fue situarse a su espalda. Con esta posición el central perdió la referencia del nueve cada momento en el que miraba el balón porque no lo veía, y el fútbol a estos niveles va tan rápido que si pierdes la referencia, cuando quieres recuperarla ya es tarde. El delantero local gozó de dos ocasiones claras con el empate a cero al inicio de partido, que no pudo resolver con gol. Sin embargo, Griezmann sí que aprovechó ese mismo espacio para poner el 1-0 en el marcador y más tarde, en la segunda parte, Lemar hizo de Memphis, y remató un centro de Morata para rematar a placer dentro de área, y poner el 3-0 en el marcador.

Ojalá los futbolistas tuviesen ojos en la nuca para poder ver y controlar esa espalda que tanto peligro genera. Los humanos no tendremos ojos en la nuca, pero podemos percibir el espacio con el cuello, y podemos conocer la posición de los rivales mediante el contacto. El Valencia debe de tener ojos en la nuca para no olvidar la posición que ocupa en la tabla. Salir de esa zona no va a ser fácil, y el equipo de Mestalla no puede permitirse dejar de ser un equipo competitivo independientemente de a quién se enfrente. Hay aspectos innegociables que no pueden faltar y el sábado estuvieron ausentes. Dentro de 15 días tocará volver a plasmarlos si el Valencia quiere competir a un Rayo Vallecano que viajará a Mestalla con el objetivo de ganar mostrando su identidad. ¿Plasmará el Valencia la suya?