Pinturas de guerra

Se equivoca y además mucho quien piense que el Valencia ya está salvado. Queda mucho aún por sufrir

Rubén Baraja

Rubén Baraja / JM López

Rafa Marín

Rafa Marín

Las dos semanas que le esperan al Valencia CF en puestos de descenso se van a hacer largas. Eternas. El desastre ante el Atlético se ha llevado parte del crédito que con Baraja se había recuperado. Y eso que el entrenador, en cuyo trabajo hay que seguir confiando, nunca había dejado de advertir que no se ha conseguido nada. Un mensaje en el que, visto lo visto, tendrá que insistir para que a nadie se le despeguen los pies del suelo. Faena añadida para el Pipo y Marchena, con tiempo por delante para recuperar jugadores y afianzar ideas. Que buena falta hace. Y es que abril tiene que ser sí o sí el mes de la permanencia. Partidos cuerpo a cuerpo contra rivales directos en los que será necesario dar un plus en todos los aspectos, especialmente en la intensidad. Y hacerlo tanto en Mestalla como a domicilio, donde el paso adelante del club debe ir más allá de financiar los autobuses para Almería. Ahora mismo la realidad es que este equipo no es más ni menos que nadie en el fango de la clasificación, donde terminan de caer otros dos entrenadores. El del Elche, con la firma de Bragarnik, de una forma bastante inexplicable.

Todo en juego

Se equivoca y además mucho quien piense que el Valencia ya está salvado. Lo único que ha logrado desde la llegada de Baraja ha sido encontrar un camino. Pero en cuanto se desvíe de él, como en el Metropolitano, el accidente está asegurado. No queda otra que afrontar la recta final de temporada con las pinturas de guerra. Y después ya se verá. Florituras cero durante el estado de excepción. Un momento crucial en el que siguen sobrando demasiadas cosas. Por ejemplo la sonriente foto con el Príncipe de Johor de Kiat Lim, del que no ha vuelto a saberse por València, ni tan siquiera para la reunión del Consejo. O las declaraciones en Italia de Gattuso hablando (lo justo) de un periplo que salvo el espejismo del principio tan solo ha sido así en su cabeza. El ex técnico continúa teniendo contacto con algunos empleados y jugadores pero aun así la huella que ha dejado brilla por su ausencia. Sin ánimo de cargar las tintas y culparlo de todo, ojalá Baraja hubiese estado al mando desde el principio.

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