Nadie es más importante que el Valencia

Al Valencia se le respeta dignificando su nombre, no manchándolo con guerras personales que nada tienen que ver

Una imagen de archivo de la afición del Valencia CF

Una imagen de archivo de la afición del Valencia CF / JM Lopez

Toni Hernández

Toni Hernández

Quien se crea más importante que el Valencia, se equivoca. Quien se crea que es el elegido para arreglar el Valencia, se equivoca. Quien se arrogue la potestad de decir quién puede opinar o no del Valencia, se equivoca. Quien pretenda imponer un pensamiento único sobre el Valencia, se equivoca. Llevo unos días delicados por muchas cosas y, curiosamente, cuando he mostrado mi parte más crítica e implicada con todo lo que le pasa a mi equipo, a mi club, es cuando más bofetadas me he llevado. Pero lo gracioso es que nunca son a cuenta del Valencia sino de otras cuestiones. Pues bien, hablemos. Pero poco, que yo no soy nadie. 

Si Dios quiere en junio haré 49 años, y soy periodista desde 1994. Estuve al pie del cañón haciendo radio y televisión desde 1996 hasta 2011, primero con Julio Insa y luego solo, y logré afianzar dos programas que tenían una audiencia notable y una facturación importante. Cometí mis errores, como todos, pero siempre fui valencianista antes que periodista, lo que también me generó críticas, aunque siempre me sentí orgulloso de ser así.

Fundé un club de fútbol, Huracán CF, con dinero privado de un inversor de aquí al que nadie dio nunca las gracias (yo le estará agradecido siempre) por todo lo que hicimos cuando se pudo. Casi tocamos el cielo, pero perdimos dos finales. Daría años de vida por volver a ese momento, por hacer las mismas cosas, por trabajar con la misma gente. ¿Que terminó mal? Lo hizo sin el apoyo de nadie, y con gente que vino a aprovecharse por si podía sacar algo de los restos. Me fui después a Sabadell, que es un club que tengo en mi corazón, y luego a Badalona. También trabajé para Mérida, Atlético Baleares, Córdoba… y para el Real Murcia en 2018.

Allí cometí mi mayor error, porque jamás me debí meter con la gente que lo llevaba en ese momento. Un club brutal, una ciudad brutal, un estadio brutal y una afición brutal. Se parecen mucho a nosotros, al Valencia y al valencianismo. Salió todo mal, por mucho trabajo que le puse. Porque lo esencial, quien ponía el dinero, falló. Y cuando eso pasa todos los que van en el pack se van irremisiblemente por la taza del water.

Que me quisieran matar, porque yo era el que daba la cara aunque no firmaba nada, lo más humano del mundo. He leído y oído muchas burradas estos años sobre todo estas cuestiones, que es lo que muchos me siguen echando en cara, pero nunca vi a ninguno de ellos por allí. Jamás. Y quien quiere hablar con rigor, pregunta. Y yo tengo la sana costumbre de guardar todo: documentación, emails, conversaciones de whatsapp... todo.

¿Hablamos ahora del Valencia? De cómo definitivamente pienso que deberíamos obrar. Lo primero que deberíamos hacer, al menos entre nosotros, es rebajar el tono. Y mucho. Porque esto hace tiempo que se nos ha ido de las manos, creando un ambiente irrespirable, tóxico, asqueroso. Y es que nos estamos creyendo que somos más importantes que el propio club, que hablamos en nombre de todos, que representamos no sólo a la mayoría sino a todos y cada uno de los valencianistas que hay en la faz de la tierra. Y no, de ninguna manera.

Y que conste que hablo de personas en concreto, de las que me han faltado al respeto a mí y a otros tantos durante años. Buscad otras excusas para desacreditar a la gente, que algunas ya están manoseadas hasta el extremo. Encontrad argumentos y hablad con propiedad, no toquéis de oído, porque aunque sea tentador y traiga muchos seguidores que buscan la misma sangre, igual estáis metiendo la pata. Y lo mismo sucede cuando se pretende estar por encima de una entidad que tiene más de 100 años de historia. 

Al Valencia se le respeta dignificando su nombre, no manchándolo con guerras personales que nada tienen que ver. Ojalá haya convencido a alguien, porque iría en beneficio de nuestro club del alma. Y si no, pues… Como dice mi querido amigo Rafa, vamos a ver por dónde vienen hoy los indios.

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