Imperdonable

Se lavaron las manos, que es lo más cobarde, como demuestra la historia desde Poncio Pilatos

Amadeo Salvo, llegando a los Juzgados de València

Amadeo Salvo, llegando a los Juzgados de València / Miguel Ángel Montesinos

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Señoría, Lim nos engañó. En aquel momento, y llevados por nuestro ansiado ardor futbolero al que siempre habíamos aspirado, nos dejamos engañar. Pero nos equivocamos, como ha quedado demostrado estos años, y no lo volveremos a hacer más.

Mira que era fácil reconocer el error de vender el Valencia a Meriton, y pedir perdón, como hizo hasta el rey emérito. Pero no, la altanería de uno (que ayer le costó su larga presidencia del Puerto), y la inconsciencia del otro, persisten. Les da igual como se demostró en sede judicial, donde a todo demandado le asiste el derecho a mentir en su defensa. Se lavaron las manos, que es lo más cobarde, como demuestra la historia desde Poncio Pilatos. Aurelio Martínez y Amadeo Salvo sabían que la venta a Lim fue una auténtica estafa, con su posterior ruina social, deportiva y cívica. Y así no hay perdón posible.

Martínez siempre tuvo ese complejo de segundón con ínfulas. Ni fue rector, ni alcalde, ni mucho menos ministro. Accedió a la presidencia de la Fundación VCF después del acoso y derribo a Federico Varona, que fue quien lo buscó para acompañarlo en la aventura de democratizar el Valencia. Pero en vez de irse con él, cuando se comprobó que había pandilleros disputándose el control del club, se quedó.

Y sí hubo violencia verbal, médica, digital e incluso mafiosa contra los que nos opusimos con argumentos a aquel fraude. Mientras pasaba todo eso, Martínez miró a otro lado porque le llegaba su momento Tamames. Fue un pionero en el despotismo ilustrado populista, con aquel mitin de cartulinas trucadas, donde era todo para su particular y reducida visión del Valencia, pero sin el valencianismo. Allí se quitó la máscara y quedó retratado para siempre. Salvo fue su particular Abascal, para explicarlo en términos presentes.

Me pareció capital las explicaciones en el juicio de Mateo Castellá, Cristóbal Grau y Miguel Bailach, el tridente institucional de aquel momento. Grau por el Ayuntamiento, y Bailach por la Diputación, votaron en contra de la venta a Meriton. Fue lo más honesto. Castellá, si por él hubiera sido, también, pero llevaba el mandato de Alberto Fabra y José Císcar, los otros corresponsables de la situación dramática del VCF. Aquellas prisas no han sido favorables, porque ni Martínez y mucho menos Salvo estaban capacitados para pilotar ese portaviones. 

El valencianismo hace tiempo que los condenó. Salvo ha sido el peor presidente de la historia, y ha quedado incapacitado en el mundo del fútbol, como demuestra su desastrosa gestión en Ibiza. Nadie entendió que Martínez recibiera el premio de la presidencia del Puerto, donde ha vuelto a demostrar su orgullo de frustrado, hasta que ha acabado su viaje. Nunca es triste la verdad, aunque sea tarde.

Declinaron una ocasión de oro para un acto de contrición público. Persisten el error de ególatras compulsivos. En el pecado llevarán la penitencia.

Suscríbete para seguir leyendo