Cantera = ¿Necesidad?

Javi Guerra y Diego López

Javi Guerra y Diego López / Francisco Calabuig

Andrea Esteban

Andrea Esteban

¿Por qué solo en momentos de necesidad es cuando se utiliza a los canteranos? ¿Por qué se les da la oportunidad cuando su equipo se encuentra en una situación límite? ¿Por qué solo miramos hacia abajo después de haber “fracasado” una y otra vez mirando hacia otras direcciones? Estas son preguntas que están rondando mi mente continuamente estos días, y que por desgracia contesto con resignación. Como entrenadora, defiendo que cuando se necesita un jugador se debe mirar primero siempre hacia dentro del club, buscando a ese talento formado en la cantera que puede tener la oportunidad de debutar y asentarse en el primer equipo. La edad debería ser solo un número en el DNI y no algo que nos limite a la hora de tomar ciertas decisiones. Del mismo modo que el apellido y el lugar de nacimiento no debería hacer que tu valor aumente o disminuya. Lo que no termino de comprender es que no actuemos con esa mirada interna con normalidad, con el viento de cara, como si se tratase de algo cotidiano, algo automático. Necesitamos necesidad doble para dar el paso y atrevernos a dar la responsabilidad a un jugador que siente el club como ningún otro. Esto es algo que no comprendo debido a que realmente la decisión más segura que podemos tomar es “jugárnosla” con alguien que considera al club como propio, interno, como su hogar.

La razón por la que los equipos profesionales tienen grandes estructuras a las que dedican parte de sus recursos globales, es cumplir un objetivo final de alcanzar el mayor número de canteranos consolidados en el primer equipo. Para lograrlo siembran semillas, las riegan cuidadosamente día a día, las podan y moldean a su gusto dejando siempre que su identidad propia se mantenga y sea su elemento clave de diferenciación, y por último, les dejan alcanzar su plenitud intentando que esa cima se consolide en lo más alto de su estructura. En cambio, alcanzar esa cima no es nada fácil y uno de los procesos más complicados en el fútbol es justo ese paso previo, ese “uy” que han vivido tantos futbolistas quedándose a milímetros de tocar la élite. Esa última decisión depende muchas veces de la persona responsable del equipo en ese momento. Ahí aparecemos los entrenadores, y esa es nuestra mayor responsabilidad, ya que somos decisivos en cada una de las carreras futbolísticas de todos nuestros jugadores. Es una responsabilidad enorme, y no nos la debemos de tomar a la ligera. 

Un equipo atraviesa diferentes momentos dentro de una temporada, y más todavía, dentro de un proyecto que puede englobar más de una temporada. Cuando se atraviesa un momento de necesidad, debemos diferenciar entre necesidad económica o necesidad futbolística. Tener necesidad económica es gozar de pocos recursos económicos como para seguir mejorando el proyecto que te engloba. En estos casos tienes la opción de resignarte y utilizar esta excusa continuamente para justificar un posible bajo rendimiento del equipo, o puedes aceptar la situación, bajar tus expectativas y buscar soluciones tomando otros caminos que puedan hacer que el proyecto mejore de una manera más pausada o por unas direcciones diferentes que no te habías planteado con anterioridad. Tener necesidad deportiva en cambio es estar en un momento de bajo rendimiento futbolístico del equipo que puede estar relacionado o no con la necesidad económica del club. En estas ocasiones normalmente el equipo se sitúa en una posición clasificatoria impropia de las expectativas creadas al inicio de la temporada, y por tanto ese pobre rendimiento está relacionado con un pobre resultado. Si esa necesidad futbolística está acompañada de necesidad económica, tenemos dos ingredientes clave que parecen generar la mejor receta para utilizar al canterano como plato principal del menú. 

La situación actual del Valencia engloba ambas necesidades, económica y futbolística, y además tiene una particularidad debido a que es un entorno en el que el club y los aficionados se sienten orgullosos del canterano con sentimiento de pertenencia al club de Mestalla que logra hacerse un hueco en el primer equipo. El último partido fue un bonito reflejo de cómo jugadores con ficha del equipo filial fueron capaces de competir y destacar en un partido del máximo nivel y de alta exigencia anímica y resultadista para el club que les ha dado la opción de debutar. Ojalá seamos capaces de cambiar pronto esta manera de actuar y realmente valoremos primero al nacido en casa, dándole la oportunidad en contextos más sanos. No es necesaria la necesidad para apostar por el canterano, lo único que ese futbolista necesita es confianza, una oportunidad, un entorno sano y algo de tiempo. Eso sí, esto último es lo más complicado y lo más caro en el fútbol moderno.

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