Diakha y nada más

El drama sigue instalado en Mestalla tras otro partido en el que Diakhaby y su gesto fueron lo único digno

El gesto de Diakhaby fue la respuesta más contundente dada hasta ahora

El gesto de Diakhaby fue la respuesta más contundente dada hasta ahora / EFE

Rafa Marín

Rafa Marín

Vuelve el drama a Mestalla, zona catastrófica desde el pitido final contra el Madrid. Porque, sorpresa, el Valencia ha vuelto a complicarse la vida. Y es que la derrota en Palma es lo que faltaba. El domingo, con la grada Kempes cerrada salvo milagro, los de Baraja se jugarán el pescuezo ante un Espanyol que, paradojas de la vida, se ha agarrado al precedente sentado con el rearbitraje con Vinícius para que le anulen su partido (3-3) con el Atlético. Doble masacre si tragase Apelación, que de momento no lo ha hecho con la petición de la suspensión cautelar redactada por Javier Solís en su papel de portavoz, abogado y chico para todo. Una negativa con lío, para variar, aunque sigue sin haber nada que reprocharle al Valencia de València, víctima de una cacicada política con pruebas tan contundentes como tik-toks de madridistas. Imposible un papelón más penoso, desde la Federación a LaLiga pasando por el rodillo de Florentino y el daño reputacional a la ciudad y a la marca España, convertida a ojos del mundo en la sede del Ku Klux Klan mientras Vini y su agencia ya se van frotando las manos con los contratos que como el de Nike le esperan. Todo demasiado indigno.

Honor

Todo fue indigno también, las cosas como son, en el partido sobre el césped. Más de lo mismo en un paso atrás con el que no se saca de la cabeza del grupo de cola donde siete equipos separados por dos puntos se juegan el descenso a falta de nada. Con todo de cara para haber sellado la salvación matemática, el trastazo contra el Mallorca de Kang In recuerda cómo por desgracia y sin olvidarse de Lim quedan partidos más importantes por jugar más allá de la pantomima orquestada por un Madrid que jamás ha tomado ninguna medida contra los racistas en el Bernabéu y que ni siquiera había movido un dedo esta temporada por el que hoy es su Luther King. Una falta de criterio y cobardía moral tras la que hay que aplaudir a Diakhaby por borrarse. Su gesto al no participar en la pantomima es la respuesta más contundente de las que se han producido hasta ahora. El racismo es un problema demasiado grave como para ir trivializándolo.

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