A una carta

Los jugadores del Valencia celebran uno de los goles contra el Espanyol

Los jugadores del Valencia celebran uno de los goles contra el Espanyol / JM LOPEZ

César Molins

César Molins

Ni el mejor Alfred Hitchcock habría imaginado un final de temporada igual para este Valencia CF. Suspense hasta la última jornada. A dónde nos has llevado, Peter… Los de Rubén Baraja se jugarán la permanencia, el próximo domingo, en Sevilla y contra un Real Betis, con plaza segura en Europa, al que la liga, a estas alturas, sinceramente, se la refanfinfla. Volverán las jornadas de transistores y desfibriladores. Como antaño. Todo a una carta. Blanco o negro. Aunque, en este caso, para el Valencia CF, también valen los grises. El conjunto blanquinegro juega con ventaja. Depende de si mismo. Y eso lo hace fuerte. Le sirven varios resultados, pero con una victoria seguiría en Primera. Seguro. Fuera cábalas, por tanto. Hay que ganar en una jornada de infarto. Y punto. Si quieres llegar a la luna... apunta a las estrellas. No hay que especular. La afición, además, está con el equipo. Y así lo puso de manifiesto, ayer, en la encuesta de la semana del programa de Levante TV, A Balón Parado, un espacio en el que, en esta ocasión, participaron los redactores del periódico Superdeporte, Rafa Jarque, Pau Pardo y Rafa Esteve. Según la encuesta, el 66’7 por cien de los seguidores valencianistas está convencido de que el equipo salvará la categoría. También lo cree el periodista Rafa Jarque: «El Valencia se va a salvar. Puede que sea por los pelos, pero este equipo ha sacado los puntos suficientes para quedarse en Primera, aunque ha sufrido mucho más de la cuenta». Mientras, el empate ‘in extremis’ ante el Español de Barcelona estuvo marcado, el pasado domingo, por el cierre de una parte de la grada de Mestalla, acusada de racista, en la semana trágica del Real Madrid. Curiosa coincidencia. La goleada en Mánchester y la eliminación en la Champions puso en marcha el rodillo mediático merengue para adulterar una liga de pandereta al servicio del Régimen Florentino. Cortina de humo.

Cerrar la grada por un grupo de energúmenos que no representa a una afición modélica, y que causa vergüenza ajena en pleno siglo XXI, es una atrocidad, una barbaridad, quizá necesaria, pero, sin lugar a dudas, desproporcionada. Pagan justos por pecadores. Y se crea un peligroso precedente. Que preparen las lupas en los campos de España, porque la ‘fiesta’ acaba de empezar. Veremos si a Rubiales y compañía les tiembla el pulso a la hora de cerrar el Bernabéu. «Un acto racista es igual de racista si lo sufre Vinicius o Diakhaby, -señaló Pau Pardo. De la misma manera, ha de ser idéntica la respuesta de la Federación. Y no ha sido así. El Real Madrid ha utilizado un lamentable episodio para meter mano en la estructura arbitral».

Partiendo de la base de que todo acto racista tiene que ser condenado siempre, lo de Vini en el fútbol español no solo es un problema de racismo. No hay que frivolizar. Ni desviar la atención. Es un problema de actitud, de respeto y de educación. En su caso, de mala educación. Un niño rico, mimado, consentido, protegido, prepotente y provocador que campa a sus anchas por los estadios de Dios, con total impunidad. Derecho de pernada se llamaba en la Edad Media. 

El brasileño podría ser un superclase, pero le falta humildad y le sobran aires de grandeza. Por eso, y no por el color de su piel, causa rechazo entre las aficiones rivales. Del mismo modo que Rüdiger o Rodrygo caen bien, Vini, en general, guste o no, cae mal. Muy mal. Y no es una cuestión de raza. Es una cuestión de comportamiento. El racismo hay que condenarlo siempre. El comportamiento hay que corregirlo cuando no es el adecuado. Y el de Vini, no lo es. Se sale de madre. Mientras no se centre en lo suyo, en jugar a fútbol, seguirá cayendo mal. O peor. Así de simple. No hay más ciego que el que no quiere ver. Y en esta historia son muchos los que no quieren ver. Punto y final. 

Mientras, el Albacete BP será el primer escollo del Levante UD en el playoff de ascenso a Primera División. «Ahora mismo, el Levante -dice Rafa Esteve- se siente fuerte y, sobretodo, se siente con ganas de ascender». Que así sea. Amén.

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