Cláusula de escape

Si a todos sus antecesores les han mentido, ¿por qué con Baraja tendría  ahora que ser diferente?

Rubén Baraja, tras una rueda de prensa del Valencia

Rubén Baraja, tras una rueda de prensa del Valencia / Francisco Calabuig

Rafa Marín

Rafa Marín

Como la permanencia ha sido un milagro, Baraja se agarra a eso para poner la negociación al límite en lugar de tragar con todo. El Pipo ha movido ficha y ahora le toca hacerlo al Valencia, aunque en realidad la pelota no está en otro tejado que no sea el de Lim. Ya pueden los de aquí decir misa que la luz verde a que el entrenador exija control, poder de decisión y una purga de verdad en la plantilla no depende de Corona ni de Solís ni tampoco de Layhoon. Peticiones todas ellas lógicas y sobre todo necesarias viendo cómo se las gasta Meriton. Pero Baraja, cuya continuidad en otro Valencia carecería de razón de ser, no puede correr un tupido velo sobre que le mientan. ¿Por qué con él iba a ser diferente? Tarde o temprano terminará pasando, por mucho que cualquiera trate de justificarlo. ¿Y entonces qué? Aun a sabiendas de que será algo que difícilmente trascienda, la credibilidad de esta renovación pasa por una cláusula de escape en caso de engaño. Y, además, que entre en vigor desde el primer día de la pretemporada. No hay mercado de fichajes que no termine sin el técnico de turno chamuscado. Ni habría tampoco mejor garantía que esa para evitarse el cuarto descalabro seguido después de Gracia, Bordalás y el expediente Gattuso. Menos aún cuando, en un puzle en el que casi nada encaja, la primera pieza va a ser Cenk y la única manera de que entre es a martillazos. Un suplente por cinco millones que de paso amenaza con taponar la buena hornada de centrales que vienen de abajo. Baraja es sinónimo de cantera con los Guerra, Diego López y Marí. Dirán misa y hablarán de un consenso ideal de la muerte o de lo que quieran... Pero la primera en la frente. 

¡se debe! Cuatro victorias consecutivas dejan al Levante en su mejor momento cuando más falta hacía. Las dos últimas de la liga regular y las dos contra el Albacete en el playoff han disparado la confianza de un grupo que nunca podrá estarle a Rubén Albés lo suficientemente agradecido. El Ciutat respira aires de Primera. Pero confianzas las justas. Queda una semana para volver a la categoría que nunca debió perderse.

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