Opinión | La Contra

València

La luz

La vida es lo que nos pasa mientras estamos entretenidos con el último debate deportivo

Carlos Corberán dando indicaciones en la zona técnica durante un partido

Carlos Corberán dando indicaciones en la zona técnica durante un partido / Agencias / EFE

En la víspera de la dana del 29 de octubre, celebrábamos que Vinicius no había ganado el Balón de Oro. En la víspera del apagón de este lunes, debatíamos sobre el planteamiento del vestuario del Valencia CF en las cinco jornadas que restan. La vida es lo que nos pasa mientras estamos entretenidos con el último debate deportivo para poder tener tema de conversación con los amigos, que es, en sí mismo, la finalidad última. Pequeñas conversaciones que dejamos interrumpidas por la catársis y se perderán como lágrimas en la lluvia.

Quizá, estas horas de incertidumbre deberían servir para recobrar conciencia de la suerte que tenemos de poder contar con luz eléctrica cada día. Me temo que esa conciencia de agradecimiento se disipa a lo largo del minuto posterior al retorno de la luz a nuestras vidas. Porque, en el fondo, siempre damos por descontado cada privilegio que tenemos, aunque nos lo quiten durante unas horas. Al menos, podríamos aprender a aprovechar mejor la luz cada día. 

La luz natural se prolonga durante estas tardes de finales de abril en las que los entrenadores con personalidad obtienen el reconocimiento a su valentía, a su luz mental. Por ejemplo, antes de que llegara el gran apagón, Julián Calero llevó al colapso a sus jugadores el sábado en Oviedo. Sé que el fútbol luminoso de estos jugadores volverá a brillar el domingo ante el Tenerife. La misma luz que llevó a Hansi Flick a pedirle a Kounde que se fuera al ataque en la prórroga de la final de Copa. La misma audacia con la que, semanas antes, Corberán se la jugó con dos delanteros en los últimos minutos en el Bernabéu e inició la caída de la era Ancelotti. El fútbol premia la valentía. El fútbol premia la luz. 

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