Opinión
Y ellos pensando en el campo
José Manuel Ochotorena era una argamasa emocional en un vestuario siempre complejo, primero como jugador y luego como entrenador de porteros

Obras del Nou Mestalla. / JM LÓPEZ
Me encantaría hacer una buena carta de despedida a un grande entre nosotros, D. José Manuel Ochotorena, con el que tuve el privilegio de compartir un tiempo algunas inquietudes y una relación de amistad, no muy marcada, pero sí cordial y respetuosa. Me encantaría que brillase su recuerdo hoy más que nunca, porque representa mucho en el valencianismo. Y que su nombre ni se olvide ni se ignore, como el de tantos otros históricos. Ochoto era una argamasa emocional en un vestuario siempre complejo, primero como jugador y luego como entrenador de porteros: hizo mejores a quienes caían en el recaudo de sus guantes.
Y digo que me encantaría porque hoy es uno de esos días en los que te apetece hablar de una excelente persona y de un importante profesional: al ver sus imágenes bajo los palos del Valencia CF me vienen a la cabeza aquellos inicios míos como valencianista, como entusiasta de un proyecto que, a pesar de todo, seguía creciendo. Lo recuerdo muy bien en Paterna, chocándome la mano, dándome una de esas fotos, casi postales, firmadas, animando a los más jóvenes a hacer deporte, a apoyar al equipo…Pero este Valencia, que deja fuera de sus instalaciones al aficionado, que levanta murallas entre jugadores y afición (si a veces incluso ellos mismos no las levantan), no es aquel, ni lo volverá a ser. Aquí solo importa el maldito estadio, no las personas. Aquí el ladrillo saca una sonrisa y el valencianismo solo estorba, les agria una expresión que ya, de por sí, traían consigo.
Hoy, por desgracia, hay que hablar, de nuevo, de un Valencia en puestos de descenso, como yo mismo dije hace justo siete días. Y vengo diciendo durante mucho tiempo, aunque algunos ahora se apropian mientras aplaudían las negligencias de Meriton con la otra mano.
La realidad es que siguen los jinetes del apocalipsis al frente del club. La realidad es que los jugadores tienen su parte de responsabilidad, pero no podemos dejar de señalar a quienes lo han traído, sin exigencia alguna de base y ahí incluyo al técnico, Corberán, que dio OK a todos y cada uno de los jugadores que han ido viniendo y a la confección de una plantilla que no da mucho más para Primera división, como demostraron el año pasado y lo certifican este mismo año. Quizá la excepción, visto lo visto, estriba en esa segunda vuelta del curso pasado, aunque se acabó sin gasolina alguna.
Este es el Valencia CF de Meriton, de Corona, de Solís y su banda, de Gourlay, de Corberán y de varios jugadores que, al vestirse de corto, se bloquean. Es el Valencia CF de todos y de nadie, porque eso sí lo hace bien Meriton: repartir marrones, dispersarse ante los errores y hacer que le caigan a otros, en este caso a Gayá, por ejemplo, que dista mucho de su mejor versión, dicho sea de paso. Le podemos exigir rendimiento, pero no hacerle culpable de este continuo desaguisado, porque como muy bien dijo Marcelino: esto está ocurriendo porque el dueño quiere que así ocurra. Por cierto, solo él y Gracia se han atrevido a hablar ocupando el banquillo y fuera de él. Los demás, calladitos todos. De todos modos: qué pueden decirnos que no sepamos.
Esta era una semana para que hablásemos de Vinicius y sus shows, de sus incoherencias emocionales, de su educación y de su profesionalidad caprichosa, pero me puede más el recuerdo de Ochoto y la bajeza futbolística del Valencia CF, que ya descansa en descenso y que, como dije en radio y en prensa, creo que llegará al parón de noviembre como colista. Ojalá me equivoque y me la trague. Sé que no y si no ocurre es porque hubo dos equipos mucho peores, y eso ya es difícil.
Veo a este equipo jugar y es un despropósito detrás de otro, en todas y cada una de las posiciones. Juega mal, defiende peor. Ataca caminando, presiona descoordinado, no sabe mantener el balón, no es capaz de completar un regate, no hablemos ya del balón parado, etc. Diría tanto de lo poco que ofrece este equipo…
Se pongan como se pongan, al final acabaremos en segunda si todo, como vemos, continúa igual. Porque todo sigue en el mismo sitio: la obsesión del campo, los fichajes de medio pelo, el rendimiento justito para salvar la categoría, la exigencia nula, los discursos del míster en sala de prensa, las excusas, los caretos de quienes siguen moviendo los hilos de este club y se permiten hasta mover los hilos en otros despachos y todos aquí sabemos a qué me refiero. Da todo bastante grima, la verdad. Pero el campo, recuerda, el campo es lo importante...
A veces creo que prefiero refugiarme en un Valencia CF que solo existe en mi recuerdo y olvidarme de esta broma de mal gusto que es ahora, de esta caricatura grotesca y de todos los que han puesto su granito de arena, haciendo o callando, para que así sea. En ese lugar tan maravilloso de recuerdo valencianista a donde el bueno de Ochoto habrá ido, no caben todos estos que han hecho del Valencia CF un infierno: en mi sentimiento, al menos, ni están ni se les espera. Y su campo, que se lo…
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