Buenas intenciones y punto. Hasta el momento, cualquier gestor del Valencia que se preciara incluía en su discurso de posesión unas últimas palabras dedicadas al fomento de la cantera. Incluso un presidente, recientemente reprobado, encargó un sesudo informe sobre el tema que duerme en algún cajón, porque lo único que le interesaba eran las acciones del redactor, que al final consiguió. El resultado ya lo conocen, el Mestalleta pasea la agonía en noviembre y la escuela de Paterna está en permanente ebullición. Parece, digo sólo parece, que los rectores actuales se han tomado en serio el tema y entre sus prioridades (consolidar al equipo en ´Champions´, cuadrar las cuentas y reanudar las obras del Nou Mestalla), figura remodelar la Ciudad Deportiva. Cualquier cosa que hagan será buena, porque en estos momentos es un pedregal.

Complacido

Valdez fue uno de mis primeros mitos. Sus galopadas pegadito a la banda izquierda levantaban la grada del viejo (antes de su última remodelación) Mestalla. Además cuando vi debutar con el ´11´ de la Roja (aunque la tele era en blanco y negro) a un argentino entendí ya entonces la geopolítica del fútbol, así que le estoy muy agradecido porque me enseñó mucho. Es muy buena herencia saber que su nieto sigue sus pasos.

Humildad

Aquel extraordinario extremo del Valencia dirige su particular escuela de fútbol en Picanya, junto al Polideportivo. A diferencia de otras, los niños y niñas que van pagan sólo la voluntad. No hay cuota y los sábados es un auténtico cántico a la multiculturalidad balompédica. Y es que Óscar Rubén Valdez siempre supo que el éxito es efímero.

Sonrojo

Los autodenominados historiadores (¡mare meua!) del valencianismo se lo deben hacer mirar un poquito tras destaparse ahora que también hubo presidente del Valencia durante la Guerra Civil, Josep Rodríguez Tortajada. ¡Cuánto vividor queda aún a costa del VCF!