Es la gran apuesta del Valencia CF. Cuando empezó a sonar su nombre, desde el club explicaban que era el jugador que necesitaba el equipo en el centro del campo, que su equilibrio, control del balón y gran pegada con la zurda serían imprescindibles para el renacido espíritu colectivo. Era tanto el convencimiento que se hizo un gran esfuerzo económico para atajar las quejas del presidente del Montpellier. Pocos, muy pocos, ni los máximos expertos en fútbol internacional, disponían de una opinión clara de un argentino desconocido en Europa, e incluso en su país. Sin embargo, Tino Costa había sido seguido exhaustivamente durante un año por los técnicos, y en especial por Braulio Vázquez. A parte de numerosos vídeos, lo vieron en directo varias veces en la liga francesa, como local y visitante, hablaron y comieron con él, exploraron su entorno y todo era positivo. En definitiva, se puede decir que el del argentino ha sido el fichaje más estudiado de los últimos tiempos.

Exigente

Durante los primeros días en Paterna sorprendió por su buen estado físico y por su potente disparo. Se le veía a gusto y sus compatriotas Banega y Domínguez aceleraron la integración en el grupo. En las primeras pruebas en Eslovenia se le vio muy revolucionado y en sus primeras declaraciones expuso claro su nivel de autoexigencia. En principio tenía un sitio asegurado en el 4-3-3 que Emery quería implantar como patrón de juego. Y cuando ese sistema dejó de ser imprescindible y se volvió a formar con dos centrocampistas clásicos, todo el mundo entiende que en estos momentos Banega está por delante de Tino Costa.

Paciencia

Pero este curso del regreso a la Liga de Campeones es muy largo y seguro que tendrá muchos minutos para confirmar su valía, en cualquier caso el argentino ya sabe que en el Valencia CF los que juegan se ganan el puesto, con independencia del nombre y sus espectativas de fichaje. Ahí están precisamente sus amigos Éver y Chori de muestra. La competencia es consustancial a un gran equipo como el Valencia.