Lo de ser árbitro está claro que se nace. Es imposible que nadie se haga árbitro por libre elección. Si lo piensan bien los árbitros son los tipos más raros —perdón estimado Jacobo Ríos-Capapé... hermano de Chimo— que existen sobre la faz de la tierra. Miren, de entrada son un colectivo que antes de llegar a lo más alto las han pasado canutas —por no decir la palabra que todos ustedes están pensando en estos momentos— por esos campos de Dios... y de tierra. Antes de ser de Primera han pitado a cadetes, juveniles, regionales, más regionales, les han cruzado la cara al menos en un par de poblaciones, ascienden en su mayoría por enchufe y tienen a bien complicar los partidos serios entre equipos serios como ayer lo hizo el tal Ramírez Domínguez en el estadio Rico Pérez.

Un VCF muy superior

Por lo que vi ayer —soy uno de los pocos privilegiados que puede ver los partidos sin apoquinar ni un solo maravedí— el Valencia fue tremendamente superior al Hércules durante toda esa fase del partido en la que el partido fue simplemente eso, un partido, y dejó de serlo cuando Ramírez ´la mano que mece la cuna´ Domínguez se empeñó en quedar bien con nuestros vecinos alicantinos y tras tomar dos decisiones absolutamente esperpénticas logró que en gran parte de la segunda mitad el duelo estuviera más igualado e incluso con un cierto aroma blanquiazul.

´Crucificado´ Navarro

Fíjense si estoy mal de la cabeza —la olla ya no la pierdo hace tiempo... pero de vez en cuando le da por pegarse una escapada— que ayer llegué a pensar que el ´Canguro´ Ramírez era en el fondo un íntimo amigo del Inter y del señor Materazzi y que por eso le dio por perseguir a David Navarro para impartir justicia por lo que el central del Port de Sagunt hizo hace ya varias temporadas ´toreando´ a los interistas en el viejo coliseo de Mestalla. Pero no, eso sería ya el colmo de los colmos. La realidad dice simplemente que el individuo este pitó un penalti dudosísimo al final de la primera mitad en contra del Valencia lo que supuso el gol herculano y una injustísima tarjeta amarilla para David Navarro. Luego, tras salir de la ducha, Ramírez Domínguez mandó a la calle a David Navarro por recibir —sí, sí, han leído bien, el agredido fue el del Port y no el jugador alicantino— una entrada de un rival que dio con los huesos de ambos jugadores rodando sobre el césped y con David expulsado por segunda tarjeta amarilla para escarnio de todos los amantes del buen fútbol.

Lo mejor de lo mejor

Bueno, ahora paso ya de la ´nani´ Ramírez y me voy a dedicar a comentar lo que me pareció el Valencia antes de que el burrete colegiado aniquilara un encuentro que iba por unos cauces naturales y sin sobresaltos. Y lo que me pareció es que el Valencia está en una línea de juego espectacular, haciendo grupo como nunca, con Unai acertando en las alineaciones y en los cambios y con un acierto de cara al gol que sólo suele caracterizar a los equipos grandes entre los grandes. Miren, el segundo gol del Valencia, el de Pablo a la escuadra izquierda del marco defendido por Calatayud, fue una obra de arte desde su inicio en la defensa hasta el abrazo final entre los jugadores ´taronja´. Les juro que yo hace muchísimos años que no veo un gol de tanta belleza y de tanto purismo futbolero. Y ante eso, ante la magia y la entrega, ni una torpe ama de llaves vestido de hombre y llamada Ramírez Domínguez tiene nada que hacer. Así pues, tres de tres.... y sumando.