Asisto estupefacto a una más de las ocasiones en que algunos de Madrid se creen que los demás somos tontos. Dice el señor Enrique Cerezo que la entrada de Ujfalusi sobre Messi es de tarjeta amarilla y no de roja. Yo no quiero ir por la vida de experto en fútbol, pero si este señor tiene jefe de prensa —y si se deja aconsejar, no va a ser la culpa siempre de los futbolistas— que le diga que no está bien ir a una televisión a hacer el ridículo, más que nada porque representa a un equipo que tiene muchos aficionados. Pero el hombre está acostumbrado a decir gilipolleces sin que nadie le diga a la cara precisamente eso, que lo que ha dicho es una gilipollez, y se viene arriba en su particular ejercicio de memeces continuas. Pero lo peor no es que el señor Cerezo diga en una televisión que esa entrada es de tarjeta amarilla y no de roja, lo peor es que nadie le conteste algo similar a esto: «Presi, no es cuestión de opinión, hay situaciones que son como son. Y esa entrada es de tarjeta roja».

Para quien no lo recuerde, el tal Cerezo es el mismo que dijo que no vio penalti en la entrada de Juanito a Zigic de la temporada pasada en el partido de Euroliga en el Calderón, en ese famoso penalti en el que al serbio del Valencia le rompieron la camisa de un agarrón y que ni el árbitro ni los no sé cuantos árbitros asistentes tampoco vieron. No recuerdo qué dijo el personaje en cuestión la vez que el ´Kun´ Agüero se tiró en el área del Valencia y el árbitro —¡cómo no!— pitó penalti, pero visto lo visto, seguro que diría algo así: «¡Penalti ejemplar!». Mire, señor Cerezo, usted siga diciendo lo que le salga de la nariz, pero que sepa que por lo menos yo no me quedaré a reírle la gracia, más que nada porque gracia tiene muy poca.