El Power Electronics Valencia Basket inicia una temporada llena de ilusión por su 25 aniversario. Este club que nació desde una sección del Valencia CF, en el triste año del descenso del equipo de fútbol, ha sabido ganarse el respeto nacional e internacional y, lo más importante, cuenta con el cariño de una fiel, entendida y exigente afición. El club ha calado en la sociedad valenciana, es uno de sus pilares deportivos más sólidos. Atrás quedan los años en los que en La Fonteta se aplaudía más al Joventut o Madrid que al Pamesa. El PVBC tiene alma, un sentir social que nada ni nadie podrá arrebatarle.

El nacimiento

La mítica medalla de plata de Los Ángeles despertó una pasión que dio un vuelco a este maravilloso deporte. Hasta el punto de que fue el detonante para que Juan Roig, junto a sus hermanos Fernando y Trini, y un grupo de amigos, entre los que destacaban Andrés March —sigue en el Consejo— y Paco Raga, actual director general, decidieran desde la ilusión ofrecer a la sociedad valenciana un club de baloncesto. Un joven estudiante de Derecho, Vicente Solá, como responsable en solitario de aquella sección del VCF, encontró compañeros y mecenas.

Jugando al squash

Juan Roig, gran promotor del proyecto junto a su hermano Fernando, solía jugar en el mítico Porto Squash —donde está ahora el circuito de F1—, regentado por mi hermano Toni Navarro, uno de los empresarios de la hostelería más emprendedores, siempre vinculado al mundo del deporte —¡si las paredes de Plaza hablaran...! un pub que también cumple 25 años y que ha sido centro de reunión de jugadores, directivos, representantes, periodistas, aficionados...—. En una de esas partidas de squash, Juan Roig, junto a su hermano Fernando y sus amigos Andrés y Paco, concibieron el Valencia Basket. Una bendita locura. Resulta curioso que ahora Paco Raga le reporte a Juan Roig y siga hablando del Valencia Basket mientras siguen dando raquetazos, pero los tiempos cambian y el pádel ha sustituido al squash.

El mejor homenaje

Fue entrañable ver el lunes a la historia viva del club. Emocionó el recuerdo al primer capitán, Leo Belloch, al que el destino se lo llevó antes de tiempo. Resultó gratificante comprobar el cariño por Vukovic, Toni Ferrer o Indio Díaz, atronador el aplauso al dvd de Nielsen, Hopkins, Olmos, Manu Moreno... —Spahija no pudo enviar el vídeo que le pidieron—. Pero el mejor homenaje es observar La Fonteta llena de varias generaciones de gente que ama y siente el Valencia Basket. Lo más bonito fue ver a esos socios que llevan 25 años, toda una vida, en el club. Juan Roig siempre tuvo la ilusión de retornarle a la sociedad valenciana parte de lo que le había dado. Hoy ya puede decir que lo ha conseguido, pese a que algunos de sus gestores le han ayudado bien poco.

Consolidar el proyecto

El Valencia BC debe seguir abriéndose a la sociedad valenciana y sobre todo a los clubes de la C. Valenciana —en esta última tarea no se ha estado muy acertado al imponer el poder del grande a la hora de captar jugadores—. Hay que, de verdad, hacer un club basado en la cantera, en nuestra tierra, y tener claros los paradigmas que hace 25 años impulsaron el proyecto.

Las instituciones deben implicarse

Además, hay que exigir a las instituciones que se impliquen en la necesaria Ciutat del Bàsquet y que se plantee la construcción de un nuevo pabellón, si no es difícil que el sátrapa de Bertomeu permita al PVBC entrar en el grupo de los elegidos de la Euroliga. Hay una gran afición, un mecenas que vuelve a estar ilusionado, un sensacional patrocinador, Power Electronics —con el cariño, pasión e inteligencia que aporta la familia Salvo—, y un equipo campeón. Es el momento oportuno de cimentar y construir, pero primero hay que saber lo que se desea y adónde se quiere llegar.