Una de las verdades del fútbol es que los equipos se construyen desde atrás, pero hace un año la urgencia y la prioridad para el Valencia era renovar la delantera. Se fueron Villa, Silva y Zigic, el club hizo caja de pura supervivencia y llegaron Soldado y Aduriz, más el Chori que estaba aquí desde diciembre como avanzadilla. Por eso en la parte de atrás no quedó mucho más que para parchear las salidas de Marchena y Alexis con Ricardo Costa, un buen futbolista que no es un líder pero fichado a coste cero, y Marius Stankevicius, cedido solo por una temporada y a última hora. 2011 es el año de la defensa, como demuestran los últimos movimientos de la Secretaría Técnica en materia de futuros refuerzos. El Valencia ha de volver a ser un equipo inexpugnable y eso pasa entre otras cosas por traer mejores futbolistas y más competitivos que los que hay. Caiga que caiga.

Le pueden caer cuatro

Precisamente el Espanyol, rival el próximo domingo del Valencia si se impone la cordura, es otro curioso caso de caos defensivo que sin embargo funciona. Le han metido muchos más goles de los que ha conseguido marcar y está prácticamente en puesto de Champions cuando la Liga acaricia ya su ecuador. Una razón más para no fiarse demasiado de este equipo que entrena Mauricio Pochettino, porque en Mestalla bien que le pueden caer cuatro, pero si son ellos los que hacen un gol no hay duda de que saben muy bien cómo sacarle el máximo provecho.

Otra de Mourinho

A la familia Mourinho no le sentó bien que en el aeropuerto de Nueva York los trataran como al resto de personas que estaban allí tiradas y al llegar a Barajas la emprendieron a insultos y algún amago de bolsazo con los fotógrafos, un suceso lamentable del que los periódicos deportivos madrileños decidieron no informar. La prepotencia del entrenador madridista no conoce límites y que no venga ahora con que intentaba proteger de las cámaras a sus hijos, después de haberse paseado por el Bernabéu durante media hora con uno de ellos a hombros el día que ganó la Copa de Europa con el Inter. Aquellos debían ser otros fotógrafos...