Ellos llegan con su Raúl, con su Angela Merkel y +3,6 del Producto Interior Bruto, un registro que para sí quisieran todos los paises de la vieja Europa. La de la Champions. Queda medianamente claro, pues, quien es el pobre y quien necesita más la victoria. Hay hechos y momentos que marcan una trayectoria y un destino, por eso esta eliminatoria es de un valor extraordinario. Cuando siete victorias en los últimos ocho partidos no han terminado de disipar la nube de desconfianza que rodea al Valencia, quiere decir que algo está pasando, queda un pesimismo latente que sólo un gran acontecimiento puede romper definitivamente. Y ese gran acontecimiento hoy no puede ser otro que eliminar al Schalke y alcanzar los cuartos de final de la Liga de Campeones. Una alegría así nos cambiará al cara. Va a ser uno de esos partidos en que es imposible no dejarse la piel en el intento. Desde Unai y su cuerpo técnico, pasando por cada uno de los jugadores y hasta el último rincón de Mestalla. Sí, los hay que no animan nunca y solo critican, pero hoy arrimarán el hombro.

Alerta permanente

Especular sobre lo que tiene en mente hacer Emery es un deporte que esta vez se lo vamos a dejar a Félix Magath, el entrenador de los alemanes. Porque, igual no lo habíamos pensado, pero Unai debe tener en permanente alerta también a todos esos técnicos rivales que estudian sus alineaciones y tratan de neutralizar sus planteamientos. Así que ya se pueden estrujar la cabeza porque ultimamente al Valencia le sale todo y puede ganar cualquier partido incluso si los pone a todos del revés. Es una manera de convertir un problema en una virtud, que no va a ser todo negativo.