Sesenta años. Ese es el tiempo transcurrido desde el primer triunfo de Ferrari en Fórmula 1. La victoria de Fernando Alonso ayer en Silverstone, la primera de la Scuderia esta temporada, se ha hecho esperar tanto tiempo que casi parecía que habían pasado otros sesenta años desde que un piloto de Il Cavallino había pisado por última vez lo más alto de podio.

El domingo arrancó con dos vueltas de demostración de Alonso al volante del mítico Ferrari 375 de José Froilán González, con el que el equipo italiano comenzaba su cosecha de éxitos en la máxima categoría en 1951. El piloto argentino estuvo a punto de no llevarse ese histórico honor: entonces el reglamento no sólo permitía cambiar neumáticos en los boxes, sino que también podían hacerse cambio de pilotos a mitad de carrera. ¡Eso sí eran órdenes de equipo! El coche de Alberto Ascari se había retirado por problemas mecánicos y, como líder del equipo, bien podría haber pedido ocupar el volante de González, en una época en la que todavía se sentía respeto por ´las canas´. Pero no lo hizo, no quiso quitarle el triunfo a su compañero. Así Froilán, ´El toro de la Pampa´, batió a los grandes dominadores, los Alfa Romeo. Fue el inicio del fin del dominio Alfa.

¿Se repetirá la historia?

La victoria de Alonso ha sido un golpe tan duro para los hegemónicos Red Bull como la de González lo fue para los Alfa. Desde Corea el pasado año Ferrarri no saboreaba el triunfo, pero todavía no sabemos si está en condiciones de convertirse en el mejor equipo. Las reuniones entre directivos y miembros de la FIA en mitad del Gran Premio sobre el porcentaje de soplado permitido en los escapes no arrojan demasiada luz sobre la verdadera medida de las mejoras en las prestaciones conseguidas por Ferrari. Alonso ganó, pero ¿habría terminado igual de no haber sido por las restricciones impuestas al ingenio de Newey? Habrá que esperar a Alemania para ver si los Ferrari siguen metiendo veinte segundos a los Red Bull con la ayuda de los difusores soplados, de nuevo, con toda su fuerza. Todo ello, si los directores de equipo se ponen de acuerdo sobre el reglamento.

Mientras, hay que saborear cada victoria y no pensar en clave de un Mundial que está muy difícil para Ferrari. En Red Bull ya le han visto las orejas al lobo y las órdenes de equipo hicieron que Webber se quedara de forma obediente detrás de su líder Vettel.