El asunto es complejo. Retorcido incluso. En el caso Isco el Valencia ha jugado con las cartas marcadas. La realidad tenía dos caras. Por un lado el director deportivo apostaba claramente por la incorporación de Isco al primer equipo. Y por el otro nos encontramos con un muro llamado Unai Emery al que no le hace demasiada gracia —no confía en ellos— incorporar a ningún jugador del Mestalleta al Valencia... ni siquiera el mejor, en este caso Isco. Dichas así las cosas se intuye que el final al que se ha llegado ha sido el lógico. Si Isco no cuenta —y él sabía que no cuenta— Isco se va... y eso ha hecho. Ahora bien, por el camino queda un campo repleto de minas ideal para analizar como ha gestionado el Valencia un asunto tan engorroso como este.

Sube y baja

Miren, a Isco el Valencia le mareó hasta lo indecible la pasada temporada. Un buen partido en Copa del Rey ante el Logroñés fue ´premiad´ con un galimatías por parte del club. Isco, automáticamente, dejó de entrenar a las órdenes de Mir para ponerse en manos de Emery. Eso, traducido al idioma de los mortales, significa —o debería significar— que el jugador en cuestión ya forma parte de la primera plantilla a todos los efectos. Pero no fue así. No sólo no fue así, sino que pasó todo lo contrario, que es peor. Isco quedó ´desnaturalizado´, entrenaba con un equipo en el que no jugaba y jugaba en un equipo con el que no entrenaba- y automáticamente la incertidumbre se apoderó de sus piernas y de su juego.

Él lo sabía

Al margen de la decisión final lo bien cierto es que Isco sabía a la perfección —como lo saben todos y cada uno de los integrantes del Mestalleta— que no contaba para nada con el apoyo del entrenador. Así las cosas a Isco solo le quedaban dos caminos. O bien hacía caso a lo que le decían desde el club... es decir que sí contaba dijera lo que dijere el entrenador o bien abría las puertas de su futuro a cualquier otro equipo en el que sí se sintiera valorado y donde le permitieran hacer lo único que él quiere hacer: jugar a fútbol.

Tira y afloja

En esas estábamos, en pleno tira y afloja entre el departamento técnico y el propio técnico —yo pensaba que el técnico estaba al servicio y a las órdenes de sus superiores... pero en el Valencia no parece que se dé este caso— cuando se mete por medio el Málaga, habla con Isco y le ´hipnotiza´ con un proyecto deportivo que ningún chaval de su edad osaría rechazar. A Isco literalmente le comentan que Pellegrini le quiere en su equipo, que cuenta con él para jugar en el nuevo super Málaga de primera división e incluso le aseguran que están dispuestos a pagar su claúsula de rescisión si el Valencia no acepta negociar.

Como Mijatovic

Y eso sucedió. El Málaga ha pagado la totalidad de la claúsula de rescisión —bueno, perdón, el Málaga no... que en estos casos el que compra su libertad de cara a la Liga de Fútbol Profesional siempre es el propio futbolista, aunque sea con el dinero prestado del que va a ser su nuevo destino— e Isco ha dejado de pertenecer al Valencia Club de Fútbol. ¿Buena o mala operación? Eso el tiempo lo dirá. Si Isco se sale el Valencia habrá pagado cara su indecisión. Si Isco, por contra, se queda solo en un proyecto de buen futbolista entonces lo ingresado se podrá catalogar como un chollo para las arcas del Valencia. Miren, el resumen es muy sencillo. Seis millones de euros son muchos millones. Tantos —aunque traducidos en pesetas— como los mil millones de pesetas que el Madrid pagó en su día para llevarse a Mijatovic al Bernabéu. Ahora bien, dinerito fresco al margen, en todo este asunto siempre nos quedará la duda de si no se podría haber ´negociado´ el tema Isco desde la óptica del raciocinio. El Valencia parace que ha hecho un gran negocio. Pero ha dejado sensaciones negativas... por lo rocambolesco del caso.