Estos días escribir de fútbol, en Valencia, me parece casi una frivolidad y por ello mis primeras palabras son de solidaridad con los pacíficos estudiantes de Secundaria que reclaman una enseñanza pública de calidad y calefacción… Pues bien, los jugadores y técnicos del Levante fueron testigos privilegiados del paseo que se dio el combinado del Rayo Vallecano (3-5) en el Ciutat. Lamento escribirlo, no quiero que se produzca, el equipo azulgrana se dirige hacia la Segunda División si no hay un cambio de rumbo. Además, en plena tempestad de resultados adversos se encuentra sin timón técnico.

Incapaces de ganar

El 10 de diciembre de 2011, el Levante venció al Sevilla (1-0), a renglón seguido entró en una espiral descendente que deseo tocase fondo el pasado domingo frente al Rayo Vallecano. Desde entonces, pasaron por el Ciutat equipos como el Mallorca, Zaragoza, Getafe, Racing y el propio Rayo. Es decir, una serie de equipos donde a priori había que sumar puntos y asegurarse, prácticamente, la permanencia en la Liga BBVA. Pues bien, de 15 puntos sólo se han obtenido tres. Las rentas conseguidas en el espléndido arranque se están consumiendo. Sin embargo, siendo este un dato para el pesimismo aún lo es más, desde mi perspectiva, el pésimo juego que se desarrolla. Desde el terreno de juego se transmite a la grada la sensación de que el equipo está bloqueado, sin dirección desde la banda, sin líder en el campo, en consecuencia, muestra una clara incapacidad de pujar por el triunfo. Después de las citadas cinco actuaciones, no observo a los levantinistas con argumentos para salir airosos. Y, por supuesto, quiero volver a equivocarme.

Reacción

Soy consciente de que tras un varapalo como el recibido, el pesimismo se apodera de cualquier organismo. Siendo esto cierto, no lo es menos que no suelo dejarme conducir por las emociones de un día. Desde el inicio de la temporada, cuando todos disfrutábamos de la apoteosis, no perdí la dirección que indicaba que el objetivo del Levante UD era y es la permanencia. A mí esas cosas de la Liga de Campeones y de la copa de UEFA me parecían charlotadas. Es mejor ser conscientes. Dentro de esta dinámica hay que dar las gracias de que el Levante esté defendiendo su suerte en Primera. Sólo con 12.000 abonados y con un promedio de 10.000 espectadores no se pueden alcanzar grandes metas. No querer ver esta realidad equivale a taparse los ojos. De igual manera que los refuerzos del invierno pasado fueron un fracaso y los de ahora no creo que vayan a ser el contrapeso al desacierto. Por lo pronto Botelho ya ha dado pruebas de indisciplina. Yo lo mandaría a casa, sin contemplaciones y sin pagarle. ¿Que cómo se hace eso? Aplicando la ley. A este chico no se le puede mantener en la plantilla, pero, quizá, el que aconsejó su fichaje también debe asumir su responsabilidad.

¿Qué hacemos?

En momentos tan complicados y difíciles es cuando hay que estar al lado del Levante UD y del equipo. El apoyo se precisa más que nunca pero el mismo no equivale a silenciar las diferentes opiniones que pueden surgir. El mal momento, por el que se atraviesa, precisa del refugio del trabajo, de la unión entre los jugadores y de empezar sólo a contar con los que estén íntegramente comprometidos con la causa. Al aficionado no le gusta que profesionales de su mismo equipo discutan en el campo o les cueste aceptar los cambios que indica el entrenador. Es tiempo de unir las filas, de realizar los planteamientos de los partidos como los apropiados a un equipo que lucha por la permanencia y de dar entrada en el mismo oxígeno nuevo. Algunos jugadores, que supieron tirar del carro, en el inicio del ejercicio, ahora ofrecen alarmantes síntomas de agotamiento. Vamos a ver si entre todos se reconduce la situación. Queda Liga BBVA por delante, quizá demasiada para este equipo, pero esta negativa dinámica hay que superarla por el bien de todos y en especial por lo que significa el Levante UD para miles de valencianos.